Satanás reunió a los ángeles caídos para planear alguna manera de hacer el mayor daño posible a la familia humana. Se hizo una propuesta tras otra, hasta que finalmente Satanás mismo ideó un plan. Tomaría el fruto de la vid, como también el trigo y otras cosas dadas por Dios como alimento, y las convertiría en venenos que arruinarán las facultades físicas, mentales y morales del hombre y subyugaran de tal forma los sentidos que Satanás lograse el dominio completo.
La historia de Nadab y Abiú también está registrada como una advertencia para el hombre, que muestra que el efecto del vino sobre el intelecto es confundir. Y siempre tendrá esta influencia sobre las mentes de aquellos que lo usan. Por lo tanto, Dios prohibe explícitamente el uso de vino y de bebidas fuertes.
Que los jóvenes asuman su posición como abstemios totales, aun cuando los hombres que ocupan un elevado sitial en el mundo no tengan el valor moral para tomar osadamente su firme posición contra un hábito que es ruinoso para la salud y la vida.
Que ni una gota de vino o licor pase por sus labios, pues en su uso hay locura y dolor. Prometed nosotros mismos que os abstendréis totalmente, pues ello es vuestra única seguridad. . . .