Los padres tienen una responsabilidad más seria de lo que se imaginan. Los hijos tienen una herencia de pecado. El pecado los ha separado de Dios. Jesús dio su vida para unir con Dios los eslabones rotos. Debido a su relación con el primer Adán, los hombres sólo reciben culpabilidad y la sentencia de muerte.
Cuando el poder de la gracia de dios se vea en nuestras iglesia…los rasgos de carácter naturales y hereditarios serán transformados.
Jesucristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.
Aquellos que piensan calmar su conciencia dejando sus propiedades en testamento a sus hijos, o impidiendo que llegue a la causa de Dios y permitiendo que pase a las manos de hijos incrédulos e irresponsables, para que las malgasten o las acumulen y les rindan culto, tendrán que rendir cuenta ante Dios.
Hemos recibido en herencia rasgos buenos y malos; al cultivarlos podemos hacer que lo malo sea peor o lo bueno mejor. Si deseáis alcanzar la perfección del carácter debéis vigilar el pensamiento y la acción.