Cualquiera que empiece a proclamar un mensaje para anunciar la hora, el día o el año del aparecimiento de Cristo, ha tomado sobre sí un yugo y está proclamando un mensaje que el Señor nunca le ha dado.
Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristo tiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad de que Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristo demora su venida cinco, diez o veinte años.