Cristo era un protestante. El protestó contra la adoración formal de la nación judía, que rechazó el consejo que Dios tenía para ellos. Les dijo que enseñaban doctrinas de hombres, y que eran falsos e hipócritas. Como sepulcros blanqueados, blancos por fuera y llenos de impureza y corrupción por dentro. Los reformadores datan de la época de Cristo y los apóstoles. Ellos salieron y se separaron de una religión de formas y ceremonias. Lutero y sus seguidores no inventaron la religión reformada. Ellos simplemente la aceptaron tal y como fue presentada por Cristo y sus discípulos.
Christ was a protestant. He protested against the formal worship of the Jewish nation, who rejected the counsel of God against themselves. He told them that they taught for doctrines the commandments of men, and that they were pretenders and hypocrites. Like whited sepulchers they were beautiful without, but within full of impurity and corruption. The Reformers date back to Christ and the apostles. They came out and separated themselves from a religion of forms and ceremonies. Luther and his followers did not invent the reformed religion. They simply accepted it as presented by Christ and the apostles.
Cuando en 1529 los príncipes alemanes se reunieron en la Dieta de Espira, se presentó allí el decreto del emperador que restringía la libertad religiosa, y que prohibía toda diseminación ulterior de las doctrinas reformadas. Parecía que toda la esperanza del mundo estaba a punto de ser destrozada. ¿Iban a aceptar los príncipes el decreto? ¿Debía privarse de la luz del Evangelio a las multitudes que estaban todavía en las tinieblas? Importantes intereses para el mundo estaban en peligro. Los que habían aceptado la fe reformada se reunieron, y su unánime decisión fue: "Rechacemos este decreto. En asunto de conciencia la mayoría no tiene autoridad." (Véase D'Aubigné, History of the Reformation, libro 13, cap. 5.)
No consintáis más en escuchar la perversión de la verdad sin protestar.
Vi que, así como los judíos crucificaron a Jesús, las iglesias nominales han crucificado estos mensajes y por lo tanto no tienen conocimiento del camino que lleva al santísimo, ni pueden ser beneficiados por la intercesión que Jesús realiza allí.
Satanás (…) ha obtenido el dominio de las iglesias apóstatas.
Es cierto que hay una indignación justificable, aun en los seguidores de Cristo. Cuando vemos que Dios es deshonrado y su servicio puesto en oprobio, cuando vemos al inocente oprimido, una justa indignación conmueve el alma. Un enojo tal, nacido de una moral sensible, no es pecado. Pero los que por cualquier supuesta provocación se sienten libres para ceder a la ira o al resentimiento, están abriendo el corazón a Satanás. La amargura y animosidad deben ser desterradas del alma si queremos estar en armonía con el cielo.