Se me ha instruido que cuánto menos dependa en los humanos que me asisten, aun en mi propia casa, mejor. No es sabio confiar en ningún ser humano. Debo seguir adelante, sin esperar que nadie me comprenda. Debo trabajar sola, sola. Entonces, un ser celestial le habló: ¿Quién puede estar a tu lado en la hora del conflicto feroz, cuando estés combatiendo contra las fuerzas de las tinieblas, contra Satanás y su hueste de aliados invisibles? En lo que a los humanos se refiere, permanecerás sola. Elena G. de White: Los Últimos Años en
Cargo una gran responsabilidad y a penas me atrevo a hablar del peso que oprime mi alma. No hay nadie de los que se relacionan conmigo que puedan entender la angustia que siento en mi corazón. Siento que estoy sola. Tan sola que nadie puede entenderme.
No hay ninguna situación en la cual Dios haya escondido su rostro de la súplica de su pueblo. Cuando todos los demás recursos fallaron, Él fue una ayuda presente en cada emergencia.
Me sentía bien al estar a solas con mis pensamientos.