Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de enemigos externos en el pueblo de Dios.
Se me mostró a los habitantes de la tierra en gran confusión. La tierra estaba afligida por guerra, derramamiento de sangre, privación, necesidad, hambre y pestilencia. Cuando estas cosas rodearon al pueblo de Dios, éste comenzó a unirse y a poner de lado sus pequeñas dificultades. Ya no estuvieron controlados por la dignidad personal, y una profunda humildad tomó su lugar. El sufrimiento, la perplejidad y la privación hicieron que la razón volviera a ocupar el lugar que le correspondía, y los hombres apasionados e irrazonables se tornaron sensatos y actuaron con discreción y sabiduría.
Una nueva vida está viniendo del cielo y posesionándose de todo el pueblo de Dios, pero en la iglesia ocurrirán divisiones; se formarán dos grupos. El trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el momento de la cosecha. La obra se intensificará y se volverá más activa hasta el mismo fin del tiempo, y todos los que trabajan con Dios contenderán fervorosamente por la fe que una vez fue dada a los santos.
Los que aman a Dios y guardan sus mandamientos no han de separarse sino unirse.
Si no hubiese disciplina ni gobierno en la iglesia, esta se reduciría a fragmentos; no podría mantenerse unida como un cuerpo.
La religión de Cristo unirá en estrecha fraternidad a todos los que aceptan sus enseñanzas.
Cuan peligroso es (...) unirse de alguna manera con aquellos que no guardan los mandamientos de Dios.
Cuando la tormenta de la persecución realmente se desate sobre nosotros, las verdaderas ovejas oirán la voz del verdadero Pastor. Se harán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos que se habían extraviado lejos del redil regresaran para seguir al gran Pastor. El pueblo de Dios se unirá y presentará al enemigo un frente unido. Ante el peligro común, cesará la lucha por la Cuando la tormenta de la persecución realmente se desate sobre, nosotros, las verdaderas ovejas oirán la voz del verdadero Pastor. Se harán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos que se habían extraviado lejos del redil regresaran para seguir al gran Pastor. El pueblo de Dios se unirá y presentará al enemigo un frente unido. Ante el peligro común, cesará la lucha por la supremacía y no habrá disputas sobre quién debe ser considerado el mayor.
Para asegurar la paz y la unidad estaban dispuestos a cualquier concesión que no contrariase su fidelidad a Dios, pero les parecía que sacrificar un principio por amor a la paz era pagar un precio demasiado alto. Si no se podía asegurar la unidad sin comprometer la verdad y la justicia, más valía que siguiesen las diferencias y aun la guerra.
Cuando el pueblo de Dios crea sin reservas en la oración de Cristo y ponga sus instrucciones en práctica en la vida diaria, habrá unidad de acción en nuestras filas. Un hermano se sentirá unido al otro por las cadenas del amor de Cristo. Sólo el Espíritu de Dios puede realizar esta unidad. El que se santificó a sí mismo puede santificar a sus discípulos. Unidos con él, estarán unidos unos a otros en la fe más santa. Cuando luchemos para obtener esta unidad como Dios desea que luchemos, nos será concedida.
La unidad es el resultado seguro de la perfección.
Si la unidad sólo se puede obtener mediante el abandono de la verdad y la justicia, entonces mejor que haya diferencia, e incluso guerra.
Nunca habrá una unidad verdadera con aquellos que están bajo el estandarte de Satanás.
En Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si nunca hubiéramos pecado.
Debemos unirnos, pero no sobre un estrado del error.
La organización sencilla y el orden en la iglesia están establecidos en las Escrituras en el Nuevo Testamento, y el Señor ha ordenado estas para la unidad y la perfección de la iglesia. El hombre que ocupa la dirección en la iglesia debiera ser un llíder, un guía, consejero y ayudador a la hora de llevar las cargas del trabajo. El debiera liderar a la hora de ofrecer agradecimientos a Dios. Pero no ha sido elegido para regir y dominar los obreros del Señor. El Señor está sobre su herencia. El dirigirá a su pueblo si se dejan dirigir por Él en vez de asumir el poder que Dios no les ha dado.
Debemos unirnos, pero no sobre la plataforma del error.
Jesús oró que sus seguidores fueran una sola cosa; pero no hemos de sacrificar la verdad para asegurar esta unión.
Satanás tiene sus soldados entrenados para la especial labor de destruir la unidad entre los hermanos que Cristo hizo posible con un sacrificio tan grande.
El mundo no verá disensión en las vidas de aquellos sobre los cuales la luz del cielo ha sido derramada. Manuscritos
Cuando los obreros tengan a Cristo permanentemente en sus propias almas, cuando todo egoísmo muera, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando sean santificados ellos mismos para que el amor de uno por otro se vea y se sienta, entonces la lluvia de la gracia del Espíritu Santo se derramará sobre ellos. Manuscritos Liberados, Tomo 1, p.385 Cuando los obreros tengan a Cristo permanentemente en sus propias almas, cuando todo egoísmo muera, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando sean santificados ellos mismos para que el amor de uno por otro se vea y se sienta, entonces la lluvia de la gracia del Espíritu Santo se derramará sobre ellos.