Hay entre nuestros miembros de iglesia muchos que, mientras profesan andar en los caminos del Señor, está incorporando a su profesión de fe vida cristiana los procedimientos y hábitos de un yo no convertido, y que en consecuencia están corrompiendo sus caracteres. Se introduce tanta frivolidad en el hogar y en la iglesia, que se agravia el Espíritu de Cristo. Hay familias enteras entre nosotros que, a menos que despierten de su somnolienta indiferencia, se perderán, porque no se están convirtiendo diariamente.
“El éxito del mundo, obtenido a costa de nuestra vida espiritual, es muerte.”