Durante ciento veinte años el predicador de la justicia amonestó al mundo acerca de la destrucción que se aproximaba; pero su mensaje fue desechado y despreciado. Lo mismo sucederá ahora.
La inmensa mayoría del mundo desechará la misericordia de Dios.
"Pero, dice alguien, supóngase que no podemos lograr entrar en los hogares y que sus moradores se levanten en contra de las verdades que presentamos. En tal caso, ¿no estaríamos excusados si no hiciéramos más esfuerzos en favor de ellos?" De ninguna manera. Aunque os cierren la puerta en vuestra cara, no os apresuréis a retiramos con indignación sin hacer más esfuerzos para salvarlos. Pedid a Dios con fe que os dé acceso a esas mismas almas. No ceséis en vuestros esfuerzos, sino que estudiad y haced planes hasta que encontréis algún otro medio de alcanzarlos. Si no tenéis éxito mediante visitas personales, haced la prueba de enviarles el mensajero silencioso de la verdad. Hay tanto orgullo de opinión en el corazón humano, que nuestras publicaciones con frecuencia logran entrar donde no puede entrar el mensajero viviente.
La condenación se produce cuando se rechaza la luz que Dios da.
Los hombres pierden la salvación a causa de su rechazo voluntario del don de vida.
Por su actitud mundana, los miembros de la iglesia dicen abiertamente: “No queremos reproches, no queremos advertencias, no queremos escuchar.”
Ahora es exactamente como en los días de los judíos. Cuando llegaba un mensaje, todo el poder de los dirigentes era puesto contra él, para que la gente no tuviera acceso al mismo. Ahora, hermanos, acudid a Dios por vosotros mismos, y rogad a Dios de rodillas…Si Dios nos envía luz, permitid que nos llegue, y no permitáis que ningún hombre cierre la puerta, o intente cerrarla. No la cerréis vosotros mismos. Abrid la puerta de vuestro corazón y permitid que los rayos de luz brillante resplandezcan en vuestro corazón y vuestra mente. Oro para que permitáis que el Sol de Justicia penetre en vosotros.
En el temor y el amor de Dios a aquellos ante quienes estoy afirmo hoy que hay una mayor luz para nosotros, y que grandes bendiciones vienen con la recepción de esta luz. Y cuando veo a mis hermanos agitados con ira contra los mensajes de Dios y sus mensajeros, pienso en las escenas similares de la vida de Cristo y los reformadores. La recepción que se les dio a los siervos de Dios en épocas pasadas es la misma que reciben hoy aquellos a quienes a través de los cuales Dios está enviando preciosos rayos de luz. Los líderes del pueblo hoy siguen el mismo curso de acción que los judíos siguieron. Ellos criticaron y acosaron con una pregunta sobre otra, y rechazaron admitir la evidencia, tratando a la luz enviada a ellos de la misma manera que los judíos trataron la luz que Cristo los llevó a ellos.
El odio del reproche suscitará influencias satánicas.