Que nadie que afirma creer en la verdad, dé motivos para que otros piensen que él no es un cristiano, porque habla y actúa como un pecador.
Ojalá que todos pudieran ver esto, y abrazaran el mensaje que les fue dado por Dios! Él ha levantado a sus siervos para presentar la verdad que, debido a que ella implica elevar la cruz, se ha perdido de vista y está enterrada debajo de la basura del formalismo. Esa verdad debe ser rescatada y colocada de nuevo en el marco de la verdad presente. Sus declaraciones deben ser aseguradas, y debe ocupar la posición que le corresponde en el mensaje del tercer ángel. Ojalá que los muchos ministros de Cristo proclamen ayuno, convoquen a solemne reunión y busquen a Dios mientras puede ser hallado. Clamad a él mientras yacéis ahora al pie de la cruz del Calvario. Despojaos de todo orgullo y, como guardianes representantes de las iglesias, llorad entre la entrada y el altar, y clamad: "Perdona a tu pueblo, oh Señor, y no rechaces tu heredad. Quita de nosotros lo que quieras, pero no nos quites tu Santo Espíritu, porque somos tu pueblo". ¡Orad, oh, orad por el derramamiento del Espíritu de Dios!
En tiempos de Jeremías, los habitantes de Juda tendían a creer que una observancia estricta de los servicios divinamente ordenados en el templo los habría de preservar del justo castigo que merecía su conducta impía.