Jesús siguió el plan divino relativo a la educación.(...) Obtuvo su educación directamente de las fuentes indicadas por el cielo, del trabajo útil, del estudio de las Escrituras y la naturaleza, y de las vicisitudes de la vida, que constituyen los libros de texto de Dios, llenos de instrucción para todos los que los buscan con manos dispuestas, ojos abiertos y corazón comprensivo.
En la educación de sus discípulos, el Salvador siguió el sistema de educación establecido al principio.
Cometeremos graves errores a menos que dediquemos especial atención al estudio de la Palabra. En nuestras escuelas la Biblia no debe introducirse entre enseñanzas de la incredulidad. Debe ser el fundamento y la materia principal de la educación.
El estudio de las Escrituras debe ocupar el primer lugar en nuestro sistema educativo.
Otra fuente de peligro contra la cual debemos precavernos constantemente es la lectura de autores incrédulos. Sus obras están inspiradas por el enemigo de la verdad y nadie puede leerlas sin poner en peligro su alma. (…) Los que aprecian su salvación deben rehuir los escritos de los incrédulos como huirían de la lepra.
La obra misionera médica evangélica. Este ramo de la obra tiene que ser introducido en nuestros colegios y escuelas preparatorias como parte de la instrucción regular. Los alumnos deben aprender a cuidar a los enfermos;