Únicamente merced a la fidelidad en las cosas pequeñas puede el alma prepararse para actuar con fidelidad en las responsabilidades mayores. Dios puso a Daniel y a sus compañeros en relación con los grandes hombres de Babilonia, a fin de que estos paganos pudieran llegar a familiarizarse con los principios de la verdadera religión. En medio de una nación de idólatras, Daniel había de representar el carácter de Dios. ¿Cómo llegó él a estar preparado para un puesto de tanta confianza y honor? Fue su fidelidad en las cosas pequeñas lo que le dio carácter a su vida entera.
(A Eliseo) La fidelidad en las cosas pequeñas lo preparó para llevar responsabilidades mayores.
Nadie puede saber cuál será el propósito de la disciplina de Dios, pero todos pueden estar seguros de que la fidelidad en las cosas pequeñas es evidencia de la idoneidad para llevar responsabilidades más grandes.
Nos espaciamos mucho en la grandeza de la vida de Cristo. Hablamos de las grandes cosas que realizó, de los milagros que ejecutó, de cómo habló palabras de paz a las tempestuosas aguas, restauró la vista de los ciegos y el oído de los sordos y levantó los muertos a la vida. Pero su atención a las cosas pequeñas es aún una prueba mayor de su grandeza.
Es la atención concienzuda de lo que el mundo denomina "cosas pequeñas" lo que hace de la vida un éxito. Los pequeños actos de bondad, las pequeñas acciones abnegadas, el hablar palabras sencillas, útiles, la vigilancia contra los pequeños pecados, todo esto es cristianismo. El reconocimiento agradecido de las bendiciones diarias, un aprovechamiento sabio de las oportunidades cotidianas, el cultivo diligente de los talentos confiados, esto es lo que el Maestro espera. El que cumple fielmente los pequeños deberes, estará preparado para responder a la demanda de mayores responsabilidades.
Muchos que dicen ser cristianos están obrando en oposición a Dios. Muchos esperan que se les presente una gran obra que hacer. Diariamente pierden oportunidades de mostrar su fidelidad a Dios; diariamente dejan de desempeñar de todo corazón los pequeños deberes de la vida, que les parecen sin interés. Pasa su vida mientras esperan alguna gran obra en la cual puedan ejercitar sus supuestos grandes talentos y así satisfacer sus ambiciosos anhelos.
Los que son infieles en el menor de los asuntos temporales, serán infieles en las responsabilidades de mayor importancia.
Pocos se dan cuenta de la influencia de las cosas pequeñas de la vida en el desarrollo del carácter. Ninguna tarea que debamos cumplir es realmente pequeña. (…) Mediante la fidelidad en lo mínimo, adquieren fuerza para ser fieles en asuntos mayores.
El éxito que se ha de obtener en esta vida, el éxito que nos asegurará la vida futura, depende de que hagamos fiel y concienzudamente las cosas pequeñas.
Mis hermanos y hermanas, no paséis por alto las cosas pequeñas buscando una obra mayor. Podéis realizar con éxito la obra pequeña pero fracasaréis completamente al intentar una obra mayor y caeréis en el desánimo.
Al descuidar las oportunidades diarias y las cosas pequeñas, muchos llegan a ser sin fruto y se marchitan. Nos espaciamos mucho en la grandeza de la vida de Cristo. Hablamos de las grandes cosas que realizó, de los milagros que ejecutó, de cómo habló palabras de paz a las tempestuosas aguas, restauró la vista de los ciegos y el oído de los sordos y levantó los muertos a la vida. Pero su atención a las cosas pequeñas es aún una prueba mayor de su grandeza.
La desobediencia y la trasgresión siempre constituyen una gran ofensa contra Dios. La infidelidad en lo que es más pequeño, pronto, si no se la corrige, conduce a la trasgresión en lo que es grande. No es la grandeza de la desobediencia, sino la desobediencia en sí misma lo que constituye un crimen.
Los que son infieles en los asuntos temporales, del mismo modo, serán infieles en los asuntos espirituales. Por la fe en Cristo podéis obtener fuerza para resistir toda tentación de Satanás.