Satanás busca continuamente influir sobre las mentes humanas mediante sus artes sutiles.
O los ángeles malos o los ángeles de Dios controlan las mentes de los hombres. Entregamos nuestras mentes al control de Dios o al control de los poderes de las tinieblas; y será bueno que nos preguntemos dónde estamos parados hoy -si bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel o bajo la bandera negra de los poderes de las tinieblas.
Satanás ejerció su poder hipnótico sobre Adán y Eva, y se esforzó por ejercer ese poder sobre Cristo. Pero después que fueron citadas las palabras de las Escrituras, Satanás supo que no tendría la oportunidad de triunfar. (…) Tenemos que resistir todo lo que se le parezca.
Hay médicos y ministros que han caído bajo la influencia del hipnotismo ejercida por el padre de mentira. (…) Los ministros y médicos pueden caer en esa trampa.
El error será presentado de un modo agradable y halagüeño. Falsas teorías, revestidas de luz, serán presentadas al pueblo de Dios. Así procurará Satanás engañar a los mismos escogidos, si fuere posible. Se ejercerán influencias extremadamente seductoras; se hipnotizarán las mentes.
Lo experimentado en lo pasado se repetirá. (…) Así procurará Satanás engañar a los mismos escogidos, si fuere posible. Se ejercerán influencias extremadamente seductoras e hipnotizarán las mentes.
La influencia hipnótica de Satanás se ejercerá sobre quienes se aparten de la Palabra de Dios para aceptar fábulas agradables.
Satanás entra en cada reunión de obreros cristianos y en cada iglesia para tratar de atraer a los miembros a su lado.
Los hombres finitos deben cuidarse de tratar de controlar a sus semejantes, ocupando el lugar asignado al Espíritu Santo. No sientan los hombres que es su prerrogativa dar al mundo lo que ellos piensan que es la verdad, e impedir que se les dé algo contrario a sus ideas. Esta no es obra suya. Muchas cosas aparecerán distintamente como verdad, sin embargo no serán aceptables para aquellos que creen que su propia interpretación de las Escrituras siempre es correcta. Habrá que realizar los más decididos cambios con respecto a ciertas ideas que algunos han aceptado como perfectas. Estos hombres dan evidencia de falibilidad en muchísimas maneras; trabajan a base de principios que la Palabra de Dios condena. Lo que me convence hasta lo más profundo de mí ser, y me hace saber que sus obras no son las obras de Dios, es que ellos suponen que tienen autoridad para gobernar a sus semejantes. El Señor no les ha dado más derecho a gobernar a otros que el derecho que ha dado a otros para gobernarlos a ellos. Los que pretenden detentar el gobierno de sus semejantes, toman en sus manos finitas una obra que recae solamente sobre Dios. El que los hombres conserven vivo el espíritu que gobernó el alboroto de Minneápolis es una ofensa para Dios.
Decimos decididamente a cada ministro de Jesucristo que debe unirse a la Fuente de toda luz y poder y que no debe seguir la sombra de otro hombre viviente, porque es Cristo a quien debe estar sujeto, y no debiera unir su corazón a otro ser humano y permitir que el hombre piense por él. No está tomando su posición en la sociedad o en el mundo si simplemente acepta lo que su padre ha dicho y lo que su padre, u otro buen gran hombre en generaciones pasadas, ha hecho, y se sumerge a sí mismo, y su individualidad, en ellos. Algunos que piensan que predican el evangelio están predicando las ideas de otros hombres. De algún modo ha llegado a la conclusión no es parte del llamado o de la obra de un ministro pensar diligentemente y con oración. Acepta lo que otros han enseñado sin ejercer su individualidad. Esta doctrina, enseñada por la iglesia de Roma, es la dependencia completa en los dirigentes. La conciencia individual no es propia. El juicio debe ser controlado por las ideas de otros hombres. Su inteligencia no debe sujetarse más allá de la de los dirigentes. Satanás tiene su mano en toda esta obra para reducir la obra de Dios.
Porque el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios [el espiritismo], que con hipocresía hablarán mentiras, teniendo cauterizada la conciencia.
Satanás controla tanto la mente que se somete para ser controlada por otra, como la mente que ejerce ese control.