Los sentimientos de desasosiego, de nostalgia o de soledad 131 pueden ser para vuestro bien. Vuestro Padre celestial intenta enseñaros a encontrar en él la amistad, el amor y el consuelo que satisfarán vuestras esperanzas y deseos más sinceros... Vuestra única seguridad y felicidad está en hacer de Cristo vuestro constante consejero. Podéis sentiros felices con él aunque no tengáis otros amigos en todo el mundo.
Resolved que si los demás obran con pereza espiritual, los abandonaréis y progresaréis hacia la elevación del carácter cristiano.
Decidid ahora si seguiréis a Cristo, cueste lo que cueste. No podéis hacerlo y gozar de la compañía de aquellos que no prestan atención a las cosas divinas.
Los verdaderos seguidores de Cristo no formarán amistades íntimas con aquellos cuyos caracteres tienen defectos serios y cuyo ejemplo no sería seguro imitar.
Cada persona siente que debe tener a alguien que simpatice con ella.
Todos los que profesan tener un Padre en el cielo, que esperan que cuidará de ellos y que finalmente los llevará al hogar que les ha preparado, debieran sentir como una solemne obligación que descansa sobre ellos el ser amigos de los que no tienen amigos y ser padres de los huérfanos, ayudar a las viudas y ser de algún valor práctico en este mundo para beneficiar a la humanidad.
Las mentes de los puros y elevados debieran repudiar y evitar al que practica el pecado, como huirían de una serpiente cuya mordedura fuera mortal.
Aquellos que quieran adquirir un carácter íntegro deben elegir como asociados a quienes sean de inclinación seria, reflexiva y religiosa.
Si (...) elegís como compañeros a aquellos de quienes podéis con razón sospechar que no tienen inclinación religiosa, aunque profesen ser cristianos, no tardaréis en llegar a ser como ellos.
Únicamente los que se niegan a sí mismos, y viven una vida de sobriedad, humildad y santidad, siguen verdaderamente a Jesús; y los tales no pueden disfrutar de la compañía de quienes aman el mundo.
No es seguro para el pueblo de Dios establecer relaciones íntimas con los que conocen la verdad pero no la practican.
Vuestra única seguridad y felicidad está en hacer de Cristo vuestro constante consejero. Podéis sentiros felices con él, aunque no tengáis otros amigos en todo el mundo.
Todos los que son leales a Dios y a la verdad deben mantenerse firmemente de parte de lo correcto porque es correcto. Juntarse con los que no son consagrados, y aún ser leales a la verdad, es sencillamente imposible. No podemos unirnos con los que se complacen a sí mismos, que se ocupan de planes mundanales, sin perder nuestra relación con el Consejero celestial. Podemos recuperarnos de la trampa del enemigo, pero quedamos lastimados y heridos, y se ha empequeñecido nuestra vida espiritual