Las iglesias caídas son Babilonia.
Cuando se levanta alguien que, ora sea entre nosotros o fuera de nuestro número, sienta la carga de un mensaje que declare que el pueblo de Dios se cuenta con Babilonia, y pretenda que el fuerte clamor es un llamamiento para salir de ella, podéis saber que no está llevando el mensaje de verdad. No lo recibáis, ni le deseéis buena suerte; porque Dios no le ha hablado, ni le ha dado un mensaje, sino que ha corrido antes de ser enviado.
La mujer Babilonia de Apocalipsis 17 está descrita como "vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas, teniendo en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones, es decir, las inmundicias de sus fornicaciones; y en su frente tenía un nombre escrito: Misterio: Babilonia la grande, madre de las rameras." El profeta dice: "Ví a aquella mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús." Se declara además que Babilonia "es aquella gran ciudad, la cual tiene el imperio sobre los reyes de la tierra." (Apocalipsis 17: 4 - 6, 18, V.M.) La potencia que por tantos siglos dominó con despotismo sobre los monarcas de la cristiandad, es Roma.
Nuestro deber individual consiste en andar humildemente con Dios. No hemos de buscar ningún mensaje extraño y nuevo. No hemos de pensar que los escogidos de Dios que están tratando de andar en la luz componen Babilonia. Las denominaciones religiosas caídas son Babilonia. Babilonia ha estado promoviendo doctrinas ponzoñosas, el vino del error. Este vino de error se compone de falsas doctrinas, tales como la inmortalidad natural del alma, el tormento eterno de los malos, la negación de la preexistencia de Cristo antes de su nacimiento en Bethlehem, y el defender y exaltar el primer día de la semana por encima del día santo de Dios. Estos errores y otros similares son presentados al mundo por las diversas iglesias, y así se cumple el pasaje que dice: 'Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación'. Un furor es lo que producen falsas doctrinas, y cuando los reyes y presidentes beben de este vino del furor de su fornicación, resultan movidos por la ira contra aquellos que no estarán de acuerdo con las herejías falsas y satánicas que exaltan el descanso espurio, e inducen a los hombres a pisotear el monumento conmemorativo de Dios.
Se suele blanquear los pecados de las iglesias populares. Muchos de sus miembros participan de los vicios más groseros, y están sumidos en la iniquidad. Babilonia ha caído y ha llegado a ser jaula de toda ave inmunda y aborrecible. Los pecados más indignos de la época hallan refugio bajo el manto del cristianismo. Muchos proclaman que la ley de Dios ha sido abolida, y viven ciertamente en armonía con su fe. Si no hay ley, no hay transgresión, y por lo tanto, no hay pecado; pues el pecado es la transgresión de la ley.
En el mundo que profesa ser cristiano, muchos se alejan de las claras enseñanzas de la Sagrada Escritura y construyen un credo fundado en especulaciones humanas y fábulas agradables; y señalan su torre como una manera de subir al cielo. Los hombres penden admirados de los labios elocuentes, que enseñan que el transgresor no morirá, que la salvación se puede obtener sin obedecer a la ley de Dios. Si los que profesan ser discípulos de Cristo aceptaran las normas de Dios, se unirían entre sí, pero mientras se ensalce la sabiduría humana sobre la santa Palabra, habrá divisiones y disensiones. La confusión existente entre los credos y sectas contrarias se representa adecuadamente por el término "Babilonia," que la profecía aplica a las iglesias mundanas de los últimos días.
No hemos de pensar que los escogidos de Dios que están tratando de andar en la luz componen Babilonia. Las iglesias caídas son Babilonia.
Dios tiene a muchos miles que no han doblado su rodilla ante Baal. En las iglesias caídas hay hombres que temen a Dios. Si eso no fuera así, no estaríamos dando el mensaje que dice: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia. . .Salid de ella pueblo mío" (Apoc. 18: 2, 4).
Será proclamado el mensaje del tercer ángel. (…) Los pecados de Babilonia serán denunciados. Los resultados funestos y espantosos de la imposición de las observancias de la iglesia por la autoridad civil, las invasiones del espiritismo, los progresos secretos pero rápidos del poder papal, todo será desenmascarado. Estas solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo.
Satanás ha obtenido el dominio de las iglesias apóstatas.
Se dice que Babilonia es "madre de las rameras." Sus hijas deben simbolizar las iglesias que se atienen a sus doctrinas y tradiciones, y siguen su ejemplo sacrificando la verdad y la aprobación de Dios, para formar alianza ilícita con el mundo. El mensaje de Apocalipsis 14, que anuncia la caída de Babilonia, debe aplicarse a comunidades religiosas que un tiempo fueron puras y luego se han corrompido. En vista de que este mensaje sigue al aviso del juicio, debe ser proclamado en los últimos días, y no puede por consiguiente referirse sólo a la iglesia romana, pues dicha iglesia está en condición caída desde hace muchos siglos. Además, en el capítulo 18 del Apocalipsis se exhorta al pueblo de Dios a que salga de Babilonia. Según este pasaje de la Escritura, muchos del pueblo de Dios deben estar aún en Babilonia. ¿Y en qué comunidades religiosas se encuentra actualmente la mayoría de los discípulos de Cristo? Sin duda alguna, en las varias iglesias que profesan la fe protestante. Al nacer, esas iglesias se decidieron noblemente por Dios y la verdad, y la bendición divina las acompañó. Aun el mundo incrédulo se vio obligado a reconocer los felices resultados de la aceptación de los principios del Evangelio. Se les aplican las palabras del profeta a Israel: "Salió tu renombre entre las naciones, en atención a tu hermosura, la cual era perfecta, a causa de mis adornos, que yo había puesto sobre ti, dice Jehová el Señor." Pero esas iglesias cayeron víctimas del mismo deseo que causó la maldición y la ruina de Israel: el 434 deseo de imitar las prácticas de los impíos y de buscar su amistad.
Los que habían permanecido fieles a Dios en medio de Babilonia buscaban al Señor y estudiaban las profecías que predecían su liberación.
El Señor no le ha dado un mensaje para proclamar que los adventistas del séptimo día son Babilonia, e invitar al pueblo de Dios a que salga de ella. Todas las razones que usted puede presentar no tienen ningún peso para mí en este aspecto; porque el Señor me ha dado definida luz que se opone a un mensaje tal. El mensaje que declara que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia, e invita al pueblo de Dios a salir de ella, no proviene de ningún mensajero celestial. Jesús viene para dar a cada miembro de la iglesia las más ricas bendiciones, si le abren la puerta. Ni una sola vez dice que son Babilonia ni les pide que salgan de ella. Otra vez digo: El Señor no ha hablado por intermedio de ningún mensajero que llame Babilonia a la iglesia que guarda los mandamientos de Dios. Los que acepten este falso mensaje y traten de contaminar a otros serán engañados y se prepararán para recibir nuevos engaños, y no llegarán a nada.
Como pueblo, debemos levantarnos y limpiar el campamento de Israel. La licencia, las intimidades ilícitas y las prácticas no santificadas se están introduciendo en nuestro medio en gran medida; ministros que manejan las cosas sagradas son culpables de tales pecados: codician la mujer del prójimo y quebrantan el séptimo mandamiento. Corremos el peligro de llegar a ser una hermana de la caída Babilonia, y permitir que nuestras iglesias se corrompan, se llenen de todo espíritu inmundo y alberguen a toda ave inmunda y aborrecible. ¿Podremos ver claramente nuestra situación y no proceder en forma decidida a curar los males existentes?”
Así como Dios llamó a los hijos de Israel fuera de Egipto para que pudieran guardar el sábado, así llama a su pueblo fuera de Babilonia para que no adoren a la bestia o a su imagen.
Los hijos de Israel fueron tomados cautivos a Babilonia porque se separaron de Dios y no mantuvieron los principios que se les había dado para mantenerse libres de los métodos y las prácticas de las naciones que deshonraban a Dios. El Señor no les pudo dar prosperidad, no pudo cumplir su pacto con ellos, mientras eran infieles a los principios que les había dado para mantener celosamente. Por su espíritu y sus acciones dejaron de representar su carácter, y El permitió que fueran llevados cautivos a Babilonia. Por haberse separado de Él, los humilló. Los dejó a su suerte, y los inocentes sufrieron con los culpables. (…) La historia de los hijos de Israel muestra el resultado seguro de abandonar los principios de la Biblia a las costumbres y prácticas de los hombres. (…) Dios no nos dejaría seguir la sabiduría de los hombres que han tratado con indiferencia su Palabra y se han hecho reprochables por sus prácticas y consejos. (…) No debemos hacer ninguna cesión junto con los líderes de la rebelión. La línea de división entre los obedientes y los desobedientes debe ser clara y distintiva. Debemos tener una firme determinación para hacer la voluntad del Señor en toda ocasión y en todo lugar.(…) No cedáis a la influencia que quieren ejercer sobre vosotros los hombres que muestran que actúan sin dirección espiritual. (…) Apartaos de tales hombres. Estar el menor tiempo posible en su compañía. Tienen talentos; y si estuvieran convertidos, podrían llevar a otros por caminos seguros; pero no están convertidos, y por lo tanto no son de confiar.(…) Hay muchos falsos pastores, y el Señor nos ha advertido sobre ellos.
(Los israelitas) fueron llevados en cautiverio a babilonia y dispersados por tierras paganas (…) Muchos de los sacerdotes sufrieron persecución. No pocos perdieron la vida por negarse a violar el sábado y a observar las fiestas paganas.