En casi todos los casos en los que se pone en duda la inspiración de la Palabra de Dios, se hace por no llevar una vida santificada.
Así como el carácter de su amor divino, la Palabra de Dios presenta misterios que no podrán nunca ser plenamente comprendidos por los seres finitos.
Debieran limitar su lectura a la Palabra de Dios y a los libros que son de un carácter espiritual y útil. Al hacer esto, cerraréis una puerta contra la tentación y seréis bendecidos.
Aquellos que se han explayado mayormente en las profecías y en los puntos teóricos de nuestra fe debieran sin demora convertirse en estudiantes de la Biblia sobre temas prácticos.
Usted puede investigar aun las Escrituras y llenarse cada vez de más tinieblas, como ocurrió con los judíos con referencia a Cristo.
Los sentimientos no han de ser vuestra norma, pues las emociones son tan mutables como las nubes. Debéis tener algo sólido como fundamento de vuestra fe. La Palabra de Dios es una palabra de infinito poder, en ella podéis confiar, y Él ha dicho: “Pedid y recibiréis.”
No citéis mis palabras de nuevo en toda vuestra vida hasta que obedezcáis la Biblia.
La Biblia ha acumulado y reunido sus tesoros para esta última generación. Todos los grandes eventos y las solemnes transacciones de la historia del Antiguo Testamento, han sido repetidas y se están repitiendo en la iglesia en estos últimos días”.
Para mantener su poder sobre los hombres y establecer la autoridad del usurpador papal, Satanás necesita que ellos ignoren las Santas Escrituras. La Biblia ensalza a Dios y coloca a los hombres, seres finitos, en su verdadero sitio; por consiguiente, hay que esconder y suprimir sus verdades sagradas. Esta fue la lógica que adoptó la iglesia romana.
Los siglos que se sucedieron presenciaron un constante aumento del error en las doctrinas sostenidas por Roma. Aun antes del establecimiento del papado, las enseñanzas de los filósofos paganos habían recibido atención y ejercido influencia dentro de la iglesia. Muchos de los que profesaban ser convertidos se aferraban aún a los dogmas de su filosofía pagana, y no sólo seguían estudiándolos ellos mismos sino que inducían a otros a que los estudiaran también a fin de extender su influencia entre los paganos. Así se introdujeron graves errores en la fe cristiana.
En el año 1516, o sea un año antes de que aparecieran las tesis de Lutero, Erasmo había publicado su versión greco - latina del Nuevo Testamento. Era ésta la primera vez que la Palabra de Dios se imprimía en el idioma original. En esta obra fueron corregidos muchos de los errores de que adolecían las versiones más antiguas, y el sentido de la Escritura era expresado con más claridad. Comunicó a muchos representantes de las clases educadas un conocimiento mejor de la verdad, y dio poderoso impulso a la obra de la Reforma.
Roma le negó la Biblia al pueblo y exigió que en su lugar todos aceptasen sus propias enseñanzas. La obra de la Reforma consistió en devolver a los hombres la Palabra de Dios.
Bien sabe Satanás que todos aquellos a quienes pueda inducir a descuidar la oración y el estudio de las Sagradas Escrituras serán vencidos por sus ataques.
Hay ángeles que tienen la misión de influir en los corazones para que comprendan la Palabra de Dios.
Sólo los que hayan estudiado diligentemente las escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán el mundo.
“…la palabra de Dios (tiene) poder para refrenar las malas pasiones”.
Las palabras de la Biblia, y de la Biblia sola, deben oírse desde el púlpito.
Como medio de educación intelectual, la Biblia es más eficaz que cualquier otro libro o que todos los demás libros juntos.”
La enseñanza de la Biblia no se obtiene por medio de un estudio ocasional o aislado (…) Muchos de sus tesoros están tan lejos de la superficie, que sólo pueden ser obtenidos por medio de una investigación diligente y de un esfuerzo continuo.
Cuanto más diligente y cuidadoso sea nuestro estudio de la Biblia, más íntima será nuestra relación con Dios.
¿Cómo escudriñaremos las Escrituras?
No os conforméis con la explicación que ningún hombre haga de las Escrituras, cualquiera que sea su posición, sino ir a la Biblia e investigad la verdad por vosotros mismos.
La gente acepta las explicaciones de las Escrituras de parte de sus pastores, y no investiga por sí misma. Por lo tanto, al actuar por medio de los ministros, puedo dominar a la gente de acuerdo a mi voluntad. (Palabras de Satanás)
¿Por qué nuestros jóvenes, aun los de edad madura, son tan fácilmente inducidos a la tentación y al pecado? La razón está en que no se estudia la Biblia ni se medita en ella como se debe.
La verdad de Dios, como el oro, no está siempre directamente en la superficie; se la puede hallar únicamente por ferviente meditación y estudio.
La Biblia es el mejor libro del mundo para dar cultura intelectual. Su estudio ejercita la mente, fortalece la memoria y aguza el intelecto más que el estudio de todos los temas abarcados por la filosofía humana.
Algunos pasajes de la Escritura no serán nunca perfectamente comprendidos hasta que, en la vida futura, Cristo los explique. Hay misterios que han de permanecer ocultos, declaraciones que las mentes humanas no pueden hacer armonizar. Y el enemigo tratará de despertar discusiones acerca de estos puntos, que sería mejor dejar sin discutir.
La mina de la verdad no se agota nunca. Cuanto más escudriñéis las Escrituras con corazón humilde, tanto mayor será vuestro interés…
Nuestra única salvaguardia contra los engaños de Satanás consiste en estudiar diligentemente las escrituras.
Si los que pretenden ser santos insinúan que ya no necesitan estudiar las escrituras, podemos declarar sin vacilación que su santificación es espuria.
El sacrificio de Cristo como expiación por el pecado es la gran verdad alrededor de la cual se agrupan todas las otras verdades. Para entender y apreciar debidamente toda verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, debe estudiarse a la luz que fluye de la cruz del Calvario y en relación con la maravillosa verdad central de la expiación del Salvador”.
Los que tratan de interpretar la Palabra de acuerdo con sus propias ideas, los que la leen ajustándola a sus propias opiniones, nunca verán la verdad y morirán en sus pecados.
Nunca debe estudiarse la Biblia sin oración.
Si no recibimos la religión de Cristo alimentándonos de la Palabra de Dios, no tendremos derecho de entrar en la ciudad de Dios.
Podríamos cerrar la puerta a muchas tentaciones si supiéramos de memoria pasajes de las Escrituras.
Aunque los hombres tienen la Biblia en sus manos, no reciben las bendiciones que Dios ha colocado en ella para los que la estudian.
Sin el Espíritu de Dios, un conocimiento de su Palabra no tiene valor. La teoría de la verdad, cuando no va acompañada del Espíritu Santo, no puede avivar el alma o santificar el corazón. Uno puede estar familiarizado con los mandamientos y las promesas de la Biblia, pero a menos que el Espíritu de Dios grabe la verdad, el carácter no será transformado. Sin la iluminación del Espíritu, los hombres no podrán distinguir la verdad del error, y caerán bajo las tentaciones maestras de Satanás.
Es un pecado ser negligente en cuanto al estudio de la Palabra mientras se intenta enseñarla a otros.
Ningún hombre, ninguna mujer o ningún joven podrán obtener la perfección cristiana si descuida el estudio de la Biblia.
El uso de las Escrituras para justificar una conducta equivocada…confirmará a los hombres en el error.
No confiéis en la sabiduría de ningún hombre, ni en las investigaciones de ningún hombre. Id a las escrituras por vosotros mismos, investigad la palabra inspirada con corazones humildes, dejad a un lado las ideas preconcebidas; porque no obtendréis ningún beneficio a menos que como niños vayáis a la Palabra de Dios.
La Biblia debe estudiarse como debiera estudiarse una rama de la ciencia humana; pero su hermosura, la evidencia de su poder para salvar el alma que cree, es una lección que nunca podrá aprenderse de esta manera. Si no se manifiestan en la vida las cosas prácticas de la Palabra, entonces la espada del Espíritu no ha herido el corazón natural. Se ha escudado con la fantasía poética. El sentimentalismo la ha rodeado de tal manera que el corazón no ha sentido suficientemente la agudeza de su filo, horadando y cortando los altares pecaminosos donde se adora el yo.
En los días de Cristo, los dirigentes y maestros de Israel no podían resistir la obra de Satanás. Estaban descuidando el único medio por el cual podrían haber resistido a los malos espíritus. Fue por la Palabra de Dios como Cristo venció al maligno.
El medio por el cual se puede vencer al maligno, es aquel por el cual Cristo venció: el poder de la Palabra.
Lo experimentado según se relata en la Palabra de Dios ha de ser lo que yo experimente. La oración y la promesa, el precepto y la amonestación, son para mí.
Mirando constantemente a Jesús con el ojo de la fe, seremos fortalecidos. Dios hará las revelaciones más preciosas a sus hijos hambrientos y sedientos. Hallarán que Cristo es un Salvador personal. A medida que se alimenten de su Palabra, hallarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu Santo viene al alma como Consolador. Por el factor transformador de su gracia, la imagen de Dios se reproduce en el discípulo; viene a ser una nueva criatura. El amor reemplaza al odio y el corazón recibe la semejanza divina.
Muchos son engañados hoy de la misma manera que los judíos. Hay maestros religiosos que leen la Biblia a la luz de su propio entendimiento y tradiciones; y las gentes no escudriñan las Escrituras por su cuenta, ni juzgan por sí mismas la verdad, sino que renuncian a su propio criterio y confían sus almas a sus dirigentes. La predicación y enseñanza de su Palabra es uno de los medios que Dios ordenó para difundir la luz; pero debemos someter la enseñanza de cada hombre a la prueba de la Escritura.
Pervirtiendo las Escrituras, los sacerdotes y doctores de la ley cegaban la mente de aquellos que de otra manera habrían recibido un conocimiento del reino de Cristo y la vida interior y divina que es esencial para la verdadera santidad.
Vi que Dios había guardado en forma especial la Biblia; sin embargo cuando los ejemplares de ella eran pocos, hubo sabios que en algunos casos cambiaron las palabras, pensando que estaban haciendo más claro su sentido, cuando en realidad estaban confundiendo lo que era claro e inclinándolo hacia sus opiniones establecidas, que eran gobernadas por la tradición, Pero vi que la Palabra de Dios, en conjunto, es una cadena perfecta, de la cual una porción se vincula con la otra y la explica. Los verdaderos buscadores de la verdad no necesitan errar; porque no sólo es la Palabra de Dios clara y sencilla al presentar el camino de la vida, sino que el Espíritu Santo es dado como guía para comprender el camino de la vida en ella revelado.
Satanás se aprovecha de otra clase de gente y la induce a creer que la Biblia no es un libro inspirado.
Después de dar su Palabra a los hombres, la preservó cuidadosamente de la destrucción por parte de Satanás y sus ángeles, o por parte de cualquiera de sus agentes o representantes.
Muchos conocen tan poco el contenido de sus Biblias que no están firmes en la fe. Quitan los hitos antiguos, y como resultado son llevados de un lugar a otro por vientos de doctrinas y errores. La falsa ciencia está desgastando el fundamento de los principios cristianos, y los que una vez estuvieron en la fe van a la deriva alejándose de los hitos bíblicos, y se divorcian de Dios mientras siguen llamándose sus hijos.
La Palabra de Dios es nuestra santificación y justicia, porque es alimento espiritual. Estudiarla equivale a comer las hojas del árbol de la vida.
Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de aquel árbol que es "para la sanidad de las naciones."(Apocalipsis 22:2.) Recibidas y asimiladas, serán la fuerza del carácter, la inspiración y el sostén de la vida. Nada tiene tal virtud curativa. Ninguna otra cosa puede infundirnos el valor y la fe que dan vital energía a todo el ser.
El estudio de la Biblia fortalecerá y elevará el intelecto como ningún otro estudio puede hacerlo. Es el mejor ejercicio intelectual y espiritual para la mente humana.
Poco caso se hace a la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres y mujeres a una luz mayor.
Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligentemente la Palabra de Dios y esforzándose por conformar su vida con sus preceptos.
Muchos, muchos se perderán porque no han estudiado sus Biblias.
La palabra de Dios es el gran detector del error.
Es la palabra viviente de Dios la que tiene que decir toda controversia.
Cuando un hombre está buscando la verdad en la Palabra de Dios, los ángeles de Dios están a su lado para dirigir su mente a pastos verdes.
Que todos investiguen las Escrituras diligentemente por ellos mismos, y que no se contenten con tener a los dirigentes haciéndolo por ellos, porque terminaríamos siendo como los judíos de los tiempos de Cristo.
Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. (…) El espíritu con el cual os aboquéis a la investigación de las Escrituras determinará el carácter de los que os asistan. Ángeles del mundo de la luz estarán con los que con humildad de corazón buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia, con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de prejuicio, Satanás está a vuestro lado, y él colocará las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida.