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Cómo Vivir en el Santuario Celestial

Las escrituras nos dicen que “en Jesucristo estaba la vida.” (Jn.1:4), y fuera de él todo es mera supervivencia. El es la vida, y sólo por él podemos vivir una vida auténtica. Su presencia imparte vida a todos aquellos que a él se acercan. (Heb.7:25) Mientras Jesús vivió en la tierra, sólo aquellos que se acercaron a él con fe fueron vivificados por Dios mediante su Hijo. Para el resto de aquellos que le conocieron, Jesús fue uno más de entre los mortales.

Pocos se dan cuenta que en tiempos de Jesús había dos templos en Israel. Había un templo majestuoso que era el favorito de los judíos. Todos estaban orgullosos de él. Era el templo de Herodes al que todos acudían con más o menos frecuencia. Estar en el templo y, más aún, servir en el templo era uno de los mayores deseos de un israelita. Aquellos que no frecuentaban el templo con asiduidad, como los pastores de ovejas, eran mal vistos por los religiosos de la época. Pero había un templo mayor que el de Herodes que era el templo de Jesucristo. (Juan 2:19-21) Menos llamativo, menos popular, pero lleno de poder espiritual. Durante todo el ministerio de Jesús, estos dos templos fueron las dos alternativas que tenía el pueblo de Israel, y precisamente eso es lo que provocó constantes problemas al Hijo de Dios. El templo de Jesucristo era una competencia para el negocio del templo de Herodes y, tal y como dijo Jesús, los que se llamaban a si mismos “maestros” espirituales se encargaron de destruir ese templo.

Siendo que Jesús no vive ahora con nosotros, ¿Qué podemos hacer los cristianos modernos que no tenemos la posibilidad de aprovecharnos de su presencia física? Jesús nos dejó abierto un camino que nos lleva a su misma presencia para que podamos ser beneficiados de su presencia y bendición. “El nos abrió un camino nuevo y vivo.” (Heb.10:20) Ese camino nos lleva a su presencia en el santuario celestial. Y para conocer el santuario celestial, necesitamos conocer de qué forma Jesucristo está simbolizado en el santuario terrenal:

  • En el Altar de Sacrificio, Jesús es el sacrificio por toda la humanidad.
  • En el Lavacro, Jesús es la “fuente de agua viva”. (Jer.2:13)
  • En la Mesa de los Panes, Jesús es “el pan de vida que descendió del cielo.” (Juan 6:33, 35, 41,48…)
  • En el Candelabro, Jesús es “la luz del mundo.” (Juan 8:12)
  • En el Altar del Incienso, Jesús es el intercesor. (Hebreos 7:25; 9:24)
  • En el Arca de la Alianza, Jesús es juez, y su carácter está reflejado en su ley. (Dan. 7:10)

El cristiano es aquel que es como Cristo. Así que todo cristiano debe aprender del ejemplo de Jesucristo, tanto en su ministerio terrenal como celestial (Heb.4:14). Por eso:

  • En el Altar de sacrificio, el cristiano se entrega a Dios para servir a los demás. (Rom.12:1; Jn.15:13)
  • En el Lavacro, el cristiano es “un río de agua viva.” (Juan 7:38)
  • En la Mesa de los Panes, el cristiano es el que da de comer el pan (la Palabra) a otros. (Ecle.11:1)
  • En el Candelabro, el cristiano es “la luz del mundo”. (Mateo 5:14)
  • En el Altar del Incienso, el cristiano ora por los demás. (Santiago 5:16)
  • En el Arca de la Alianza, el cristiano es sellado con la ley de Dios en su mente y cuerpo. (Heb.8:10)

El santuario celestial no es un lugar donde se entra para practicar un ritual devocional, y se sale para seguir viviendo como el mundo vive. No es sólo el lugar donde debemos acudir a orar. El santuario es el lugar donde el verdadero cristiano mora por la fe de forma permanente. Es por la fe como el cristiano debe vivir “como viendo al invisible” (Heb.11:27). Así se sostuvo Moisés, y sólo así se sostendrán los cristianos. Enoc caminó con Dios y fue ascendido al cielo, y el remanente tiene que caminar con Dios cada día como “viendo al invisible” en el lugar más santo del santuario.

Los sacerdotes del pueblo judío entraban y salían constantemente al templo y sólo lograron crucificar al Hijo de Dios. Y el mismo Satanás entró en la presencia de Dios (Job 1:6), pero de nada le valió.

El mundo está bajo la influencia de dos fuerzas, el poder de Dios y el poder del pecado. Dios quiere demostrar a todo el mundo que el poder de Dios es mayor que el del pecado. Así lo ha dejado escrito (Rom.5:20) y así quiere demostrarlo al mundo entero alumbrándolo con su gloria. (Ap. 18:1)

Sólo aquellos que aprendan a vivir por la fe en el santuario celestial serán los que formen el remanente de Dios. Y sólo aquellos que se acerquen a Jesús por la fe al trono de la gracia, en el lugar santísimo, podrán obtener la gracia de Dios para vencer el pecado. ¿Dónde estás viviendo tú hoy?

Dios quiera que se cumpla en nosotros el deseo que el rey David escribió en uno de sus salmos cuando dijo: “Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida.” (Salmo 27:4). Que eso pueda ser posible para que aprendamos a hacer su voluntad, y podamos vivir para siempre. (1ª Juan 2:17)


Juan Torrontegui



Salmos relacionados:

“Por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa.” (Salmo 5:7)

“Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono.” (Salmo 11:4)

“El oyó mi voz desde su templo.” (Salmo 18:6)

“En su templo todo proclama su gloria.” (Salmo 29:9)

“Nos acordamos de tu misericordia, oh Dios, en medio de tu templo.” (Salmo 48:9)

“Bienaventurado el que habite en tus atrios.” (Salmo 65:4)

“Entrando en el santuario de Dios comprendí.” (Salmo 73:17)

“Alabad a Dios en su santuario.” (Salmo 150:1)