Satanás ha ideado una multitud de maneras por las cuales evitar que los hombres sirvan a Dios. El ha inventado los deportes y los juegos, en los cuales los hombres participan con tal pasión, que a uno le da la impresión que es la corona de la vida por lo que están compitiendo.
Los deportes y juegos abren la puerta a un torrente de tentaciones.
Quien una vez fue ferviente cristiano y participa de estos deportes se halla cuesta abajo. Ha dejado la región saturada de la atmósfera vital del cielo, y se ha sumergido en una atmósfera de niebla y confusión. Puede ser que algún humilde creyente sea inducido a unirse en estos deportes. Pero si mantiene su relación con Cristo, no puede participar de corazón en la excitante escena. Las palabras que oye no concuerdan con su forma de ser, porque no son el lenguaje de Canaán. Los que hablan no dan evidencia de estar produciendo melodía en sus corazones para con Dios. Pero hay una inconfundible evidencia de que Dios ha sido olvidado. El no está en todos sus pensamientos. Estas partidas de placer, y reuniones deportivas excitantes, compuestas por aquellos que profesan ser cristianos, son una profanación de la religión y del nombre de Dios.