Estamos endeudados con Dios por cada momento de nuestra existencia.
El hombre que ha sido desafortunado y se encuentra endeudado no debe tomar la porción del Señor para cancelar sus deudas con sus compañeros. Debe considerar que en estas transacciones está siendo probado, y que al reservar la porción del Señor para su propio uso le está robando al Dador.