El espíritu de egoísmo es el espíritu de Satanás.
Todo pecado es egoísmo. El primer pecado de Satanás fue el egoísmo. El intentó adquirir poder, para exaltarse a sí mismo.
En el camino ancho, todos piensan en sí mismos, en su ropa y en los placeres del camino.
Podemos negar a Cristo en nuestra vida, entregándonos al amor de la comodidad y el yo.
Lo que nos infundirá fuerza divina será aprender a pensar menos en nosotros mismos y más en hacer felices a los demás.
Muchos no entienden el propósito para el que fueron creados. Lo fueron para beneficiar a la humanidad y glorificar a Dios, más bien que para gozar de sí mismos y glorificarse.
Toda persona egoísta y codiciosa caerá del lado del camino. (…) Todos los tales serán eliminados del pueblo de Dios.
Cuando el hombre dedica muchos pensamientos a sí mismo, se aleja de Cristo:
El que vive para sí no es cristiano.
En el día del juicio, algunos invocarán esta buena acción y aquella otra como una razón por la cual deberían recibir consideración. Dirán: “Ayudé a jóvenes a establecerse en los negocios; Di dinero para fundar hospitales, alivié las necesidades de las viudas y llevé a los pobres a mi hogar.” Si, pero sus motivos estaban tan contaminados de egoísmo que la acción no era aceptable a la vista del Señor. En todo lo que hicieron, el yo figuró en forma prominente.
En el día de Dios ninguno será excusado por haberse aislado en sus propios intereses egoístas. Es trabajando por los demás como vosotros mantendréis vuestras almas vivas.
El Señor retirará su bendición donde existen intereses egoístas.