La religión de Cristo, ejemplificada por la vida diaria de sus seguidores, ejercerá una influencia diez veces mayor que el más elocuente de los sermones.
El Hijo de Dios vino al mundo para dejarnos un ejemplo de vida perfecta.
¿Qué significa ser cristiano? Significa ser semejante a Cristo.
Los seguidores profesos de Cristo no deben dejarse conducir por los dictados de su voluntad personal; su mente debe ser adiestrada para pensar los pensamientos de Cristo e iluminada para comprender la voluntad y los métodos de Dios.
Cristo es nuestro modelo, el perfecto y santo ejemplo que nos ha sido dado para imitarlo. Nunca podremos igualarlo, pero podemos imitarlo y asemejarnos a él de acuerdo con el conocimiento y la relación que con el tengamos, y a la gracia que él nos haya concedido.
Cristo llevó una vida de perfecta obediencia a la ley de Dios, y así dio ejemplo a todo ser humano. La vida que él llevó en este mundo, tenemos que llevarla nosotros por medio de su poder y bajo su instrucción.
Cristo…es nuestro modelo en todas las cosas. Debiéramos…seguir el ejemplo de Cristo…A menos que lo hagamos, somos inútiles para el mundo.
Todo verdadero cristiano ha de poseer un espíritu misionero, porque el ser cristiano es ser como Cristo.
“Los guardianes del templo que fueron enviados para prender a Jesús informaron: `Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre.´ Pero la razón de ello era que nunca hombre alguno había vivido como ese Hombre; porque si así no hubiera vivido, no podía haber hablado como habló.”
Y únicamente aquellos que vivan la vida de Cristo son sus colaboradores. Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de iniquidad.
Todos los que sean dotados de su Espíritu, amarán como él amó.”
Un carácter como el de Cristo es la evidencia que hemos de mostrar que Dios ha enviado a su Hijo al mundo.
Si Cristo se forma en lo íntimo, la esperanza de gloria, él se revelará en el carácter, que será semejante a Cristo.
El sello del Dios viviente únicamente será colocado en los que manifiestan semejanza con el carácter de Cristo.
Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos.
La consagración continua y la piedad colocan al hombre en una relación tan íntima con Cristo, que tiene la mente de Cristo.
Los que profesan ser uno con Cristo y sin embargo complacen sus deseos egoístas de poseer ropa y muebles elegantes y costosos, y alimento exquisito, son cristianos solamente de nombre. Ser un cristiano es ser como Cristo.
La forma en que Jesús vivió debe ser el modelo de nuestra vida.
En esto reside la fuerza de la verdad. La influencia natural e inconsciente de una vida santa es el sermón más convincente que pueda predicarse en favor del cristianismo. Los argumentos, aun cuando sean incontestables, pueden provocar tan sólo oposición; mientras que un ejemplo piadoso tiene un poder al cual es imposible resistir completamente.
El obrero cristiano debe esforzarse por ser lo que Cristo era cuando vivía en esta tierra. El es nuestro ejemplo, no sólo en su pureza sin mancha, sino también en su paciencia, amabilidad y disposición servicial. Su vida es una ilustración de la cortesía verdadera. El tenía siempre una mirada bondadosa y una palabra de consuelo para los menesterosos y los oprimidos.
Cuando un alma recibe a Cristo, recibe poder para vivir la vida de Cristo.
Vi que muchos se miden entre sí y comparan su vida con la vida de otros. Esto no debe ser. Nadie sino Cristo nos es dado como ejemplo. Él es nuestro verdadero modelo, y cada uno debe luchar para distinguirse por su imitación de él. . .
Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia, deben reflejar plenamente la imagen de Jesús.
Los hijos de Dios han de progresar en su semejanza a Cristo, nuestro modelo.
Cristo vino a este mundo, varón de dolores, experimentado en quebranto, para soportar la prueba y familiarizarse con los chascos, de modo que pudiera enseñar a los hombres y mujeres a ser como Dios.
Los que están verdaderamente convertidos comprenderán que nunca verán al Señor en su gloria a menos que formen un carácter que armonice con el de Jesús.
No se puede poner límite a nuestra influencia. Un solo acto de descuido puede ocasionar la ruina de muchas almas.
Si nuestro ejemplo ayuda a otros a desarrollarse de acuerdo con los buenos principios, les comunicamos poder para hacer el bien. A su vez, ejercerán la misma influencia benéfica sobre otros. Así centenares y millares recibirán ayuda de nuestra influencia inconsciente.
Después de que una persona no tiene nada más que ver con las cosas que están debajo del sol, el ejemplo que ha dejado, las palabras preciosas que ha pronunciado viven por toda la eternidad. Esta influencia, que imita el modelo divino, nunca muere. Su vida ha estado conectada con Dios.
Cualquier descuido de nuestra parte, cualquier exaltación del yo, cualquier júbilo irracional y pasional puede colocar un alma en las sendas de la destrucción donde nunca hallará el camino estrecho de la santidad que guía hacia el cielo…
Cada aspecto de la vida cristiana debe ser una ejemplificación de la vida de Cristo. Si no lo es, oiremos las terribles palabras: “No os conozco.”
De cada uno de los que profesan el nombre de Cristo se requiere que crezca hasta la plena estatura de Cristo, cabeza viviente del cristiano.
Los que están creciendo a la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús, se volverán cada vez más semejantes a Cristo en su carácter y se elevarán por encima de la disposición a murmurar y a estar descontentos. El dedicarse a la censura les inspirará desprecio…
Dios desea que todos sus obreros crezcan hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y mujeres en Cristo.
No debemos imitar a ningún ser humano. No hay ningún ser humano suficientemente sabio para ser nuestro modelo. Debemos contemplar al hombre Cristo Jesús, que es completo en la perfección de justicia y santidad.
Juan era el discípulo que Jesús amaba más porque él era el que mejor imitaba su carácter y porque estaba lleno de amor.