Si Cristo penetrase en nuestras instituciones destinadas a la educación de los jóvenes, las limpiaría como limpió el templo, desterrando muchas cosas que ejercen una influencia contaminadora.
El gran propósito de toda la educación y disciplina de la vida, es volver al hombre a la armonía con Dios; elevar y ennoblecer de tal manera su naturaleza moral, que pueda volver a reflejar la imagen de su Creador.
Los padres deben ser los únicos maestros de sus hijos hasta que éstos lleguen a la edad de ocho o diez años.
Se ha hecho un esfuerzo para amoldar nuestra escuela a otros colegios. Cuando se obra así, no podemos animar a los padres que envíen a sus hijos al colegio de Battle Creek.
Si ha de sentirse una influencia mundana en nuestra escuela, vendámosla a los mundanos, dejémoslos encargarse de toda la dirección; y los que han invertido sus recursos en esa institución establecerán otra escuela, que será dirigida, no según el plan de las escuelas populares y según los deseos del director y los maestros, sino de acuerdo con el plan que Dios ha especificado.
Si rebajáis la norma para obtener popularidad y aumentar el número de alumnos, y luego os regocijáis por este aumento, manifestáis grande ceguera. Si el número fuese evidencia de éxito, Satanás tendría derecho a la preeminencia; porque en este mundo, sus seguidores son por mucho la mayoría. El grado de fuerza moral que prevalece en el colegio es la prueba de su prosperidad. Es la virtud, inteligencia y piedad de los hermanos que componen nuestras iglesias, no su número, lo que ha de constituir una fuente de gozo y agradecimiento.
En nuestras escuelas (…) hay quienes pensaban que las restricciones eran demasiado severas; pero les dijimos claramente lo que podía ser y lo que no podía ser, mostrándoles que nuestras escuelas se han establecido a gran costo con un propósito definido y que cuantos quisieran impedir el logro de este propósito deben ser despedidos.
La Palabra de Dios ha de ser el fundamento de toda la obra hecha en nuestras escuelas intermediarias.
Resolvamos que no nos dejaremos atar ni siquiera por un hilo a la tendencia educativa de los que no disciernen la voz de Dios, y no quieren escuchar sus mandamientos.
Nuestras escuelas han sido establecidas para que en ellas los jóvenes puedan aprender a obedecer a Dios y a su ley, y prepararse para servir.
Las Sagradas Escrituras eran el estudio esencial de las escuelas de los profetas, y deben ocupar el primer lugar en todo sistema educativo; porque el fundamento de toda educación correcta es el conocimiento de Dios.
Nunca fue designio de Dios que nuestro colegio imitase a otras instituciones de enseñanza. (…) Relajar nuestra vigilancia y permitir que el elemento mundano tome la delantera, para conseguir más estudiantes, es contrario a la voluntad de Dios. (…) Cuando maestros y profesores sacrifiquen los principios religiosos para complacer a una clase mundana y amadora de los placeres, deben ser considerados como infieles a s cometido y ser despedidos.
Desde hace uno o dos años, se han hecho esfuerzos por amoldar nuestro colegio a la semejanza de otros colegios. Cuando se hace esto, no podemos animar a los padres a que envíen a sus hijos a Battle Creek.
Si la influencia mundana ha de reinar en nuestro colegio, entonces vendédselo a los mundanos y permitid que ellos asuman el control total; los que han invertido sus recursos en esa institución, establecerán otro colegio que se rija, no según el plan de las escuelas populares ni de acuerdo con los deseos del rector y los maestros, sino conforme al plan que Dios ha especificado.
“All schools among us will soon be closed up.”
Muchos jóvenes que han sido instruidos piadosamente en el hogar, y que salen para estudiar en los colegios, comparativamente inocentes y virtuosos, se corrompen al asociarse con compañeros viciosos.