Cuando los que predican la reforma de la salud llevan las cosas al extremo, no se debe culpar a la gente si su posición los molesta. (...) A menudo este asunto trae oprobio sobre nuestra fe, y en muchos casos los testigos de tales demostraciones de inconsecuencia nunca más pueden ser convencidos de que hay algo bueno en la reforma. Estos extremistas hacen más daño en unos cuantos meses que el bien que podrían realizar en toda una vida. Participan de una labor que a Satanás le encanta ver progresar...