La Palabra de Dios anuncia que viene “el día de Jehová”. Será “día de tinieblas” (Amo.5:18) que “vendrá como destrucción de parte del Todopoderoso”; día “muy terrible. ¿Quién podrá soportarlo?” (Joel 1:15; 2:11).
Posiblemente, este sea uno de los temas más impopulares de la Biblia. Pero no por ello debemos dejar de abordarlo. El apóstol Pablo escribió: “No he dejado de anunciaros todo el consejo de Dios.” (Hech.20:27), y aunque a nosotros nos gusta quedarnos solo con la parte más amable de él, nos es necesario estudiar toda la Palabra de Dios.
El “día de Jehová” será un día en el que Dios manifestará su ira. Esta ira es el desprecio, rechazo, aborrecimiento y furor que siente Él por el pecado. La ira es uno de los atributos de Dios y por ello es parte del evangelio. Antes de que en el evangelio se nos diga que “Dios es amor”, se nos dice que “Dios es fuego consumidor” (Dt.4:24; Heb.12:29). De hecho, no podemos entender el sacrificio de la cruz si no entendemos la ira de Dios ya que Jesús tuvo que soportar la “ira de Dios” que nosotros merecíamos para que, a cambio, pudiéramos recibir su amor. Se nos dice que fue “la copa de la ira” lo que “quebró su corazón.” (DTG.701) En las Escrituras también se nos habla de la ira de Satanás, pero esta ira es opuesta a la de Dios ya que se manifiesta contra las personas en vez de hacerlo contra el pecado.
Aunque la ira de Dios aparece tanto en el AT como en el NT, es algo de lo que se habla poco y se predica menos. No recuerdo haber escuchado nunca una predicación sobre este tema. Pero si negamos este atributo o cualquier otro, estamos creándonos un Dios en nuestra mente que no es el Dios de la Palabra. Y si me hago un Dios a mi gusto, me convierto en un idólatra del dios que me he creado. Me asombra ver cuanta idolatría hay hoy en el cristianismo. Los hombres se hacen un Dios a su imagen y se convierten así en idólatras, aunque se creen cristianos. Adoran al dios de su propia imaginación y no al único Dios verdadero.
¿Por qué no nos gusta este atributo de Dios? ¿Por qué no hablamos de él? Porque no nos gustan las malas noticias. Lo sorprendente es que los cristianos encendamos el televisor cada día para ver y oír noticias negativas, pero lleguemos a la iglesia y no queramos escuchar ninguna mala noticia, aunque provenga del cielo. Recibimos la basura del mundo que nos deprime y nos insensibiliza, y rechazamos las amonestaciones mediante las cuales Dios nos quiere despertar del sueño y prepararnos para “el día de Jehová”.
La ira de Jehová se manifiesta cuando se han rechazado todos los llamamientos al arrepentimiento. Por eso se nos ha dejado escrito que Él es “grande en misericordia y tardo para la ira.” (Joel 2:13) Dios lleva su misericordia hasta el límite, y cuando el hombre la desprecia repetidamente, entonces tiene el derecho de airarse. Así ocurrirá cuando Jesucristo deje de interceder por el pecado y salga del lugar santísimo. El planeta entero será sacudido y castigado como nunca en la historia. (Zac.30:3) “Serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres.” (CS, 687)
Sofonías hoy hubiera sido considerado como un fanático y un extremista. Su mensaje era radicalmente opuesto a lo que la gente quería escuchar en sus días. Era un mensaje de destrucción y exterminio. En repetidas ocasiones menciona “el día de la ira de Jehová”.
Se describe a Dios manifestando su ira hacia los pueblos apóstatas, y también contra Jerusalén, que representa a su pueblo. Jehová “no hace acepción de personas”, y el pueblo de Dios nunca estuvo exento de su ira si escogía la apostasía. Uno de los mayores engaños que cautivó a Israel fue el hecho de creerse que Dios nunca castigaría su pecado por ser la nación escogida.
Los que debían vigilar por el estado de las ovejas se convirtieron en lobos rapaces (3:3), y quienes tenían que estar advirtiendo al pueblo del peligro inminente eran “profetas livianos”. (3:4) “Sus sacerdotes contaminaron el santuario.” (3:4) No hicieron diferencia entre lo santo y lo profano. “Falsearon la ley” (3:4) y por ese medio descarriaron al pueblo. ¡Qué lástima que aquellos que debían limpiar el campamento de pecado se dedicaran a contaminarlo y a llevar al pueblo a la ruina!
Pero antes de que Jehová manifestara su ira contra su propio pueblo, envió profeta tras profeta para tratar de hacerlos reconocer su error, conducirlos al arrepentimiento, y llevarlos de nuevo a una relación íntima.
El libro de Sofonías no sólo describe acontecimientos del pasado. Sabemos que: “Las profecías de Sofonías de los juicios a punto de caer sobre Judá se aplican con igual fuerza a los juicios que han de caer sobre un mundo impenitente en ocasión del segundo advenimiento de Cristo.” (PR.287)
Pero, ¿Son los juicios de Dios en el tiempo del fin exclusivamente para los pecadores impenitentes, o se aplican también para el Israel moderno?
Esto es lo que dice el Espíritu de Profecía:
“La desolación de Jerusalén (por los babilonios) es una solemne advertencia para los ojos del moderno Israel.”
Casi en cada ocasión que escucho hablar o predicar de la apostasía en Israel quedo a la espera de oír algo de nuestra propia apostasía, pero siempre damos la impresión de que mientras ellos estaban entregados al pecado, todo parece ir bien entre nosotros.
Si realmente somos sinceros, debiéramos plantearnos si nuestra condición es similar o aún peor que la de ellos. Y de seguro que estás pensando que de ninguna manera nuestro estado espiritual puede ser peor. En ese caso, pon atención a estas palabras:
“La misma desobediencia y el fracaso que se vieron en la iglesia judaica han caracterizado en mayor grado al pueblo que ha tenido la gran luz celestial de los últimos mensajes de amonestación.”
“Los fallos y errores del antiguo Israel no son tan graves a la vista de Dios como los pecados del pueblo de Dios de esta época. La luz se ha ido incrementando de época en época, y las generaciones subsiguientes tienen el ejemplo de las generaciones precedentes.”
Según estas declaraciones, nuestra condición hoy es peor que la de aquellos israelitas apóstatas a los que Dios quiso amonestar a través de Sofonías. ¿Dónde se originó el problema en Israel? ¿Dónde está el problema de fondo hoy?
“En su Palabra, el Señor declara lo que hubiese hecho por Israel si éste hubiera obedecido su voz. Pero los líderes del pueblo cedieron a las tentaciones de Satanás y Dios no pudo darles las bendiciones que pensaba proporcionarles, porque ellos no obedecieron su voz, sino que escucharon la voz y siguieron el plan de acción de Lucifer. Esta experiencia se volverá a repetir en los últimos años de la historia del pueblo de Dios que él estableció por su gracia y poder. En las escenas finales de la historia de esta tierra, hombres a quienes Dios ha honrado grandemente imitarán al antiguo Israel, porque están convirtiendo la verdad de Dios en falsedad. Y Lucifer traerá muchas herejías que engañarán, si es posible, aún a los escogidos…Recuerde que la historia se volverá a repetir. El pueblo de Dios volverá a enfrentar en forma más intensa los peligros que enfrentó en el pasado. Satanás ha ejercido su influencia sobre los hombres a quienes Dios había honrado por encima de todas las inteligencias humanas…”
Fueron los sacerdotes los que llevaron a la apostasía al antiguo Israel, y Satanás influirá en algunos dirigentes para intentar que ocurra lo mismo otra vez. “La historia se volverá a repetir.” Por ello, Dios tendrá que “quitar de en medio a los orgullosos” en un proceso de purificación de su pueblo, sean sacerdotes o pueblo común.
¿Cuál es la receta para despertar a la realidad de nuestra pobre condición? ¿Cuál es nuestra mayor necesidad? “Congregaos y meditad” (2:1) Reuníos para meditad en la situación que estamos viviendo; en la avalancha del mal que está entrando en nuestra iglesia; en la necesidad de arrepentirse y convertirse a Dios “antes de que llegue la ira de Dios” (2.2). ¿Por qué no se convocan más reuniones de oración, arrepentimiento y confesión? ¿Por qué tenemos entre nosotros tanta diversión mundanal? Porque nos hemos hecho insensibles al pecado y este hace que el pueblo se vuelva permeable a Babilonia e insensible a los mensajes de Dios.
El profeta Joel habló también del “día de Jehová” y dijo que antes de ese día los sacerdotes tendrían que llorar por su pecado y el del pueblo. (Jl.2.17) ¿Dónde están esos sacerdotes? ¿Dónde están las muestras de confesión? ¿Dónde el dolor por haberse preocupado más de la crisis económica que de la crisis espiritual que vivimos? Hoy en día se habla mucho de reavivamiento, pero sin arrepentimiento y sin lágrimas.
Si un médico no diagnostica la enfermedad de su paciente, este pensará que todo está bien; y si el sacerdote no señala el pecado nadie pensará que necesita el arrepentimiento. En vez de entretenimiento, se nos encomienda: “Buscad justicia” (Sof.2:3). Hoy, más que en ninguna otra época de la historia, se nos encomienda a buscar la justicia de Cristo. La verdadera justicia que es por la fe, y que puede perdonar y expulsar el deseo de pecar del hombre. Justicia que “todos los humildes de la tierra” aceptarán pero que ningún orgulloso recibirá. Sólo si hacemos esto “seremos guardados en el día del enojo de Jehová”. (Sof.2:3)
El desenlace final del capítulo tres del libro de Sofonías bien podría haberse escrito justo después del mensaje de Jesús al ángel de la iglesia de Laodicea. El mensaje para la última de las siete iglesias es un llamado al arrepentimiento para los dirigentes y resto del pueblo de Dios, pero no nos indica cuál es el efecto que produce el mensaje en la iglesia reprendida. Nos deja con la incógnita de saber qué ocurrirá en el Israel moderno cuando se haya proclamado el mensaje.
En su libro, Sofonías describe a Jerusalén como “rebelde, contaminada, opresora.” (3:1) ¿En qué medida es mi iglesia rebelde, contaminada y opresora? El pueblo de Dios hoy, igual que entonces, puede ser rebelde al no aceptar el llamado al arrepentimiento, contaminado por no creer y permitir que Dios expulse el pecado de nuestro medio, y opresor por discriminar, criticar y perseguir a los fieles creyentes que si quieren cumplir con las demandas de Dios. Hoy también tenemos “profetas livianos” que predican mensajes suaves para que nadie se enfade ni se asuste, y además lo hacen por “amor de la aprobación” (PE.120).
Se nos dice que Jerusalén “no escuchó la voz, ni recibió la corrección” (3:2) y Laodicea tampoco lo ha hecho. Esta iglesia “no ha escuchado la voz de Dios” a través del Espíritu Santo, y tampoco a través de sus mensajeros. Viene “el día de Jehová” para Laodicea si no se arrepiente de todos sus pecados. El día que se predique y se acepte este mensaje se producirá un zarandeo en medio de ella. El libro de Sofonías nos ayuda a entender qué es lo que ocurrirá entonces: Los orgullosos que no quieran arrepentirse serán “quitados de en medio” (3.11) para eterna perdición; y los humildes que sí quieran aceptar el llamado serán los que quedarán formando “un pueblo humilde y pobre.” (3:12). El mensaje profético indica que de Laodicea saldrá un remanente que sí aceptará el llamado al arrepentimiento.
Es interesante que el profeta menor que más menciona “la ira de Dios” sea Sofonías. El nombre Sofonías significa “Jehová ha protegido”, y cuando se manifieste la ira y el castigo de Jehová que vendrá sobre este mundo, El protegerá a un grupo de personas. Habrá un remanente que “será protegido” porque Jesús bebió la copa de “la ira de Dios”. Si no lo hubiera hecho, nadie habría sido salvo; todos habíamos sufrido sus consecuencias.
En medio del “tiempo de angustia cual nunca fue” (Dan.12:1); en medio de la destrucción universal; en medio de las pestes y de la muerte; en medio de la rebelión abierta contra Dios que se producirá antes de que se manifieste en el gran día, el remanente será un pueblo arrepentido, y lo sorprendente es que “se gozará” (3:14). ¿Cómo es que la penosa experiencia del arrepentimiento produce gozo? Porque restablece la relación entre el hombre y Dios, y esto es lo único que produce gozo verdadero. Por eso el rey David escribió “Devuélveme el gozo de la salvación”. En cambio, nuestro orgullo nos hace huir del arrepentimiento, y no nos permite darnos cuenta de que el gozo es el resultado final del arrepentimiento. Pero no solo el hombre se goza de haberse arrepentido, “Jehová se goza” también (3:17) por haberlo rescatado las almas de la destrucción eterna que conlleva el pecado. Así se restaurará el plan original de Dios para que tanto el hombre como Él mismo vivan gozando para siempre. A los hombres nos cuesta entender que sólo a través del arrepentimiento y la conversión alcanzaremos ese estado. Preferimos evadir la realidad, ignorar, excusar o proyecta nuestra culpa con tal de no pasar por esa experiencia amarga, pero que tiene como resultado el gozo de Dios.
Mientras caigan los juicios de Dios sobre la tierra, habrá “un pueblo”, “un remanente” que “confiará en el nombre de Jehová.” (Sof.3:12,13) Esta idea aparece también en Habacuc 3:17,18. Da igual lo que ocurra en el mundo, a pesar de las plagas, la muerte, el sufrimiento habrá un remanente que confiará en que Jehová está actuando conforme a su justicia, y confiará en que todo lo que ocurra es parte de su voluntad.
En el tiempo del fin Dios va a reunir un remanente (3:20) y se les promete que Jehová estará en medio de ellos (3:15,17) y que “serán apacentados” (3:13), porque cuando uno está en la relación correcta con Dios tiene paz en su corazón. Este remanente “nunca más verá el mal.” (3:15) ¡Qué promesa de Dios! Ellos serán “alabanza y renombre en toda la tierra.” (3:19) El plan de Dios original había sido que su gloria se hubiera manifestado a todo el mundo a través de su pueblo escogido, pero no fue así. No obstante, ocurrirá en el tiempo del fin cuando la gloria de Dios se manifieste a todo el mundo en el último remanente. (Ap.18:1)
Aunque es cierto que viene “el día de Jehová” en el que Él manifestará su ira contra el pecado, también es cierto que viene “el día del hombre” como “el día de salvación”. (Isa.49:8; 2ªCor.6:2) El mismo día será para unos un día de destrucción y condenación, y para otros de liberación y salvación. Será “el momento cuando se sellará eternamente el destino de todos los hombres.” (4CBA, 204) Los arrepentidos y convertidos a vida eterna, y los orgullosos que hayan resistido la obra del Espíritu Santo a eterna condenación. “El día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido.” (Isa.2.12) Para ellos “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche.” (1ªTes.5:2)
Se acerca ese día y Jehová dice a los humildes: “Esperadme” (3:8). “Perseverad, no os desaniméis. No cedáis al pecado hasta que haya terminado mi obra de intercesión”, parece querer decirnos. Resistid hasta que se manifieste “el día de Jehová” cuando los elementos de la tierra y los cielos serán desechos por el fuego (2ªPed.3:10-12)
Cuando todo eso ocurra, ¿De qué lado estarás tú? ¿Está el Espíritu Santo convenciéndote de todo pecado de pensamiento y acción?¿Estás viviendo una experiencia permanente de arrepentimiento? Si hoy escuchas la voz de Dios, no endurezcas tu corazón. (Heb.3:8) Si no es así, “Se pues celoso y arrepiéntete” antes de que venga “el día de Jehová”.
Juan Torrontegui