Muchos de los que oigan el mensaje, la inmensa mayoría, no creerán la solemne amonestación. (...) Los siervos de Dios serán llamados fanáticos. Los ministros aconsejarán al pueblo a no escucharlos. Noe recibió el mismo trato cuando el Espíritu de Dios lo impulsaba a dar el mensaje, ya fuera que los hombre lo oyeran o no.
Estamos en terreno peligroso cuando no podemos unirnos como cristianos y examinar cortésmente los puntos controvertidos. (…) Los que no pueden examinar imparcialmente las evidencias de una posición que difiera de la suya, no son idóneos para enseñar en departamento alguno de la causa de Dios.
Cuando aquellos que defienden la reforma pro salud llevan la cuestión hasta los extremos, no se puede reprochar a la gente de que se disguste. A menudo, nuestra fe religiosa, por este motivo es llevada hasta el descrédito, y en muchos casos aquellos que fueron testigos de tales exhibiciones de inconsecuencia nunca podrán después llegar a pensar que hay algo bueno en la reforma. Estos extremistas hacen más daño en pocos meses de lo que podrían reparar en toda una vida. Ellos están empeñados en la labor que Satanás desea ver adelantar. . . . Ideas estrechas o fanatismos en pequeñas cuestiones han sido un gran perjuicio en la causa de la reforma pro salud.
Noé fue llamado fanático. (…) Noé es un fanático descabellado.