La falta de actividad y fervor en la causa de Dios es espantosa. Este estupor mortal proviene de Satanás. El domina la mente de los observadores del sábado no consagrados y los induce a sentir celos unos de otros, a criticarse y censurarse.
El siguiente texto se refiere a la justa indignación contra el pecado, que surge del celo por la gloria de Dios, y no al enojo promovido por la ambición del amor propio herido: "Airaos, y no pequéis". Tal fue el enojo de Moisés.
No mostramos suficiente actividad y celo. Si fuéramos más fervorosos, los hombres se convencerían de la verdad de nuestro mensaje.