Aunque sean adultos se requiere de los hijos que respeten a sus padres, y que se preocupen por su comodidad.
Ninguno de sus hijos es demasiado grande como para no respetar su autoridad y obedecer sus órdenes mientras se alberguen en su techo.
Vuestros hijos (...) al ayudar a otros acrecientan su propia felicidad y utilidad.
(A los hijos) no les permitáis entrar en relación con otras personas fuera de aquellas que ejercerán una buena influencia sobre su carácter.
Un hijo indisciplinado frecuentemente ha malogrado la paz y la armonía de una iglesia, e incitado a una nación a la murmuración y la rebelión.
El alma de los jóvenes que entran bajo vuestro techo es tan preciosa a ojos del Señor como las de vuestros amados hijos.
Haced vuestro hogar tan atractivo como podáis. (…) Anheláis que vuestros hijos tengan caracteres hermosos. Haced que vuestro hogar sea tan atractivo que ellos no deseen irse a la taberna. (…) El secreto para salvar a vuestros hijos radica en hacer que vuestro hogar sea hermoso y atrayente.
Al paso que las diversiones pecaminosas son condenadas, como deben serlo, provean los padres, maestros y custodios de la juventud placeres inocentes en su lugar, los que no contaminarán ni corromperán las virtudes morales.
Los hijos a los que se les permite hacer caso omiso de la autoridad paterna nunca son felices.
Sean afables en la conversación con sus hijos. Ninguna reprensión ruidosa y violenta los curará de alguna acción perversa. Sacudir a sus hijos en un arranque de ira no los convertirá de su error en la manera de cumplir la voluntad de Dios.
Debemos tratar de despertar el interés de los hijos para que trabajen en forma diligente en favor de los inconversos, y hagan lo mejor que puedan con el propósito de representar a Cristo en todo momento y lugar.
Los hijos que deshonran y desobedecen a sus padres, y desprecian sus consejos e instrucciones, no pueden tener parte en la tierra renovada y purificada.
Por su propia salud física y bien moral, se debe enseñar a los niños a trabajar, aunque no haya necesidades. Si quieren tener caracteres puros y virtuosos necesitan adquirir la disciplina del trabajo bien reglamentado, que pondrá en ejercicio todos los músculos.
Se debe a los padres mayor grado de amor y respeto que a ninguna otra persona.
Así como tratéis a vuestros hijos, así trataréis a Cristo.
Cuando toméis la cruz y sigáis a Cristo, cuando pongáis vuestras vidas en conformidad a la voluntad de Dios, vuestros hijos se convertirán.
Su mano no se ha acortado para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír, y si los padres cristianos lo buscan con esmero, El llenará sus labios de argumentos, y por amor de su nombre obrará poderosamente en su favor convirtiendo a sus hijos.
Sed lo que deseáis que sean vuesros hijos.
La gracia no se hereda. Un padre muy malo puede tener un hijo piadoso; un padre cristiano puede tener un hijo libertino.
No espere que se realice ningún tipo de cambio en sus hijos sin una labor paciente y esmerada, mezclada con oraciones fervientes. El estudiar y comprender sus caracteres variados, y día tras día moldearlos de acuerdo al divino modelo, es una obra que requiere gran diligencia y perseverancia, con mucha oración, y una fe constante en las promesas de Dios.