A pesar de todas las evidencias de que Dios ha estado conduciendo al cuerpo, hay y continuará habiendo quienes, profesando creer en la verdad del sábado, actuarán en forma independiente del cuerpo, y creerán y obrarán como se les antoje. Sus opiniones son confusas. Su dispersión es un testimonio permanente de que Dios no está con ellos.
El Señor…está guiando a su pueblo; no a unos pocos individuos aislados por aquí y por allá, que creen una cosa u otra.
No existe tal cosa como que cada hombre pueda ser independiente.
No es buena señal que los hombres rehúsen unirse a sus hermanos y prefieran actuar solos.
Nadie es totalmente independiente de sus semejantes.
Es un error apartarnos de los que no concuerdan con nuestras ideas.
Si hacemos planes según nuestras propias ideas, el Señor nos abandonará a nuestros propios errores.
Se cumple tan ciertamente el propósito de Satanás cuando los hombres se adelantan a Cristo y hacen la obra que él nunca les ha confiado, como cuando permanecen en el estado laodicense, tibios, sintiéndose ricos y enriquecidos y sin necesidad de nada. Las dos clases son igualmente piedras de tropiezo.
Un espíritu confiado en si mismo e independiente nunca entrará en el reino de Dios.
Cuando alguien se está apartando del cuerpo organizado del pueblo que guarda los mandamientos de Dios, cuando comienza a pesar la iglesia en sus balanzas humanas y a pronunciar juicios contra ella, podéis saber que Dios no lo está dirigiendo. Está en el camino equivocado.
Por buenas que sean las cualidades que un hombre tenga, no puede ser un buen soldado si actúa en forma independiente.
Es un engaño del enemigo que alguien sienta que puede desvincularse de los agentes que Dios ha señalado y trabajar en una línea independiente por sí mismo, con su propia supuesta sabiduría, y sin embargo tener éxito. Aunque se halague a sí mismo con la idea de que está haciendo la obra de Dios, al fin no prosperará. (…) No es una buena señal cuando los hombres no se unen con sus hermanos, sino que prefieren actuar solos, cuando no aceptan a sus hermanos porque éstos no ejecutan sus planes.
Algunos han presentado el pensamiento de que cuando nos acerquemos al tiempo del fin, cada hijo de Dios actuará en forma independiente de toda organización religiosa. Pero he sido instruida por el Señor de que en esta obra no existe tal cosa como independencia de acción para cada hombre.
El Señor no reparte a ningún hombre algún territorio especial en el cual él sólo haya de trabajar. Esto es contrario a su plan. El se propone que en todo lugar donde se introduzca la verdad, diferentes mentes, diferentes dones sean dedicados a ejercer influencia sobre la obra. Ningún hombre tiene bastante sabiduría para dirigir un interés sin ayudantes, y nadie debe creerse competente para hacerlo. El hecho de que una persona tenga capacidad en una dirección no es prueba de que su criterio en todos los demás asuntos sea perfecto, y de que no sea necesario que esté unida con la suya la sabiduría de alguna otra mente.
Los males de la estima propia y de la independencia no santificada, que malogran más nuestra utilidad, y que serán nuestra ruina si no los vencemos, provienen del egoísmo. "Consultaos unos a otros", es el mensaje que me ha repetido una y otra vez el ángel de Dios.
Dios no bendecirá a los que procedan sin pedir consejo de sus hermanos. No debe confiarse de cualquier adventista que suponga que es completo en sí mismo, y que en todo momento puede seguir con seguridad su propio criterio y juicio, pues no camina en la luz así como Cristo está en la luz.
Siempre ha habido en la iglesia quienes se inclinan constantemente a la independencia individual. Parecen incapaces de comprender que la independencia de espíritu puede inducir al agente humano a tener demasiada confianza en sí mismo, y a confiar en su propio juicio más bien que respetar el consejo y estimar debidamente el juicio de sus hermanos, especialmente de aquellos que ocupan los puestos que Dios ha señalado para la dirección de su pueblo. Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder, que nadie tiene derecho de desatender y despreciar; porque el que lo hace desprecia la voz de Dios. (…) El que cualquier obrero de la causa de Dios pase por alto a los tales y piense que la luz divina no puede venir por ningún otro medio que directamente de Dios, es colocarse en una posición donde está expuesto a ser engañado y vencido por el enemigo.
Los siervos de Dios han de trabajar juntos, fusionando sus personalidades en una forma bondadosa y cortés, previniéndose con honra los unos a los otros.
Nadie, ni siquiera uno, puede ir al cielo solo. El Altísimo posee un pueblo a quien está guiando y preparando. Deben estar sujetos unos a otros. Si alguno intenta ir al cielo solo, independientemente, descubrirá que ha escogido el sendero equivocado que no lo conducirá a la vida.
Aquellos que prefieren actuar solos no son buenos soldados; hay alguna irregularidad en el carácter de ellos que debe ser corregida.
Los hermanos no debieran suponer que es una virtud mantenerse apartados porque no están exactamente de acuerdo en todos los puntos menores. Si concuerdan en las verdades fundamentales no deberían diferir ni discutir por asuntos de poca importancia. El espaciarse en cuestiones que confunden, y que después de todo no son de importancia vital, tiende a apartar la mente de las verdades vitales para la salvación de las almas…
Se cumple tan ciertamente el propósito de Satanás cuando los hombres se adelantan a Cristo y hacen la obra que él nunca les ha confiado, como cuando permanecen en el estado laodicense, tibios, sintiéndose ricos y enriquecidos y sin necesidad de nada. Las dos clases son igualmente piedras de tropiezo.
¿Por qué es que nos hemos apartado del método de trabajo que fue instituido por el gran Maestro? ¿Por qué es que los trabajadores en su causa hoy en día nos son enviados de dos en dos? Es necesario que dos personas trabajen juntas; pues la una puede animar a la otra, y juntas pueden aconsejarse, orar y escudriñar juntos.
En nuestro propio tiempo la obra de evangelización tendría mucho más éxito si se siguiera fielmente este ejemplo. Ninguno fue enviado solo, sino que el hermano iba asociado con el hermano, el amigo con el amigo. Así podían ayudarse y animarse mutuamente, consultando y orando juntos, supliendo cada uno la debilidad del otro.
El hecho de que alguno no obre en todas las cosas conforme a nuestras ideas y opiniones no nos justifica para prohibirle que trabaje para Dios.
“Lo que sucede actualmente es suficiente para demostrar a todos los que tienen un verdadero espíritu misionero, que las ‘líneas regulares’ pueden ser un fracaso y una trampa. . . . No permitan que el egoísmo y la codicia señalen el trabajo que debe realizarse para cumplir el gran y noble cometido que Cristo ha dado a cada discípulo. Él, nuestro Señor y Maestro nos ha dado un ejemplo de abnegación en su vida, de cómo debemos trabajar para avanzar el reino de Dios”
“Que los que desean seguir totalmente a Cristo salgan a trabajar, aun cuando eso signifique pasar por alto la autoridad de los pastores y del presidente”
La actitud que algunos hermanos han asumido hacia este ministerio (Madison) muestra que no es sabio que cada ministerio esté bajo el control de los dirigentes de la Conferencia General. Hay algunos ministerios bajo ciertas condiciones, que tendrán mejores resultados si se los deja solos.
Debo hacer la obra que Dios me ha dado para hacer, incluso si me separa de mis hermanos y amigos.