Nuestro mensaje debe ser tan directo como el de Juan. Reprendió a reyes por su iniquidad. Aunque su vida corría peligro, no vaciló en declarar la palabra de Dios. Con la misma fidelidad debemos hacer ahora nuestra obra.
Ningún discurso debe predicarse jamás sin presentar a Cristo y a él crucificado como fundamento del Evangelio. (…) En todo discurso deben hacerse fervientes llamados a la gente para que, abandone sus pecados y se vuelva a Cristo.
En esta época, precisamente antes de la segunda venida de Cristo, debe hacerse una obra como la de Juan el Bautista.
La obra de Juan el Bautista, y la de aquellos que en los últimos días saldrán con el espíritu y el poder de Elías para despertar a la gente de su apatía, en muchos sentidos es la misma.
Juan Bautista estuvo lleno del Espíritu Santo desde su mismo nacimiento. Testimonios para la Iglesia,
Acompañados por el poder del Espíritu Santo, presenten a la gente el mensaje que dio Juan el Bautista: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”. (Mateo 3:2). La Palabra de Dios ha de ser presentada con claridad y poder, para que los que tengan oídos para oír oigan la verdad. Así el Evangelio de la verdad presente será colocado en el camino de los que no lo conocen, y será aceptado por no pocos, y llevado por ellos a sus propios hogares en todas partes del mundo.
Juan…reprobaba el pecado sin temer las consecuencias.