Echar la culpa de nuestros males a la crisis puede parecer lo más apropiado, conveniente y elegante en este momento, pero en el fondo la crisis es espiritual.
Nunca los dirigentes han estado tan alejados de la realidad espiritual como en el día de hoy. Hablan como políticos, piensan como empresarios y gestionan como banqueros.
Como en la política, hay que decir lo bueno que uno hace, y ocultar lo mucho que se deshace. Como los políticos, se rodean de amigos aduladores para sentirse protegidos, y descalifican y apartan a todos los que quieren con honestidad hacer el bien.
Hoy, más que nunca, se necesita el espíritu de Daniel que aún sin haber participado de pecado alguno, se humilló y arrepintió como si él mismo hubiera desagraviado a Dios. No hay uno solo entre nuestros dirigentes con este espíritu
Hoy no es el mundo el que nos engaña sino nuestro dirigentes. Estos son más peligrosos que cualquiera.
“Los gobernantes de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden.” (Isa.9:16)
“Pueblo mío los que te guían te engañan.” (Isa.3:12)
“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan?” (Isa.55:2)
“Cada uno busca su propio provecho.” (Isa.56:11)
Los hombres a los que llamamos paganos tienen la suficiente valentía y honradez como para dimitir cuando reconocen que no han gestionado bien una empresa, un cargo político o un equipo de fútbol. Los líderes religiosos de hoy en día no sólo carecen de espiritualidad, sino que carecen por completo de ética. En esto, y en algunas otras cosas, somos aún peor que la gente del mundo.
“…oprimís a todos vuestros trabajadores” (Isa.58:3)
“Si alguno no quiere trabajar que no coma.” (2ªTes.3:10)
“Vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra…los que defraudan en su salario a su jornalero.” (Mal.3:5)
“Vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.” (Mal.3:8)+Este texto que tantas veces se ha mal utilizado para aterrorizar las conciencias con fines recaudatorios, es un texto que se aplica hoy a los dirigentes religiosos en España.”
“Siervo malo y negligente.” (Mt.25:26)
“Si no os arrepentís, todos pereceréis.” (Lc.13:3,5)
-El verdadero pastor está preocupado por las almas de sus ovejas, al asalariado le preocupa más su sueldo.
¿Hasta cuándo estarán estos dirigentes y pastores mendigando diezmos y ofrendas para malgastarlos?
Cada vez que Jesús entró en el templo para purificarlo, lo primero que hizo fue tirar el dinero por el suelo, porque ese era la prioridad de los dirigentes. Hoy ocurre lo mismo. Las almas están sedientas espiritualmente, pero los líderes no pueden saciarles porque ellos mismos no son espirituales. Su atención está puesta en las monedas y no en las almas. Su lugar santísimo es la caja fuerte.
En la 2ª Purificación del templo de Jesús “El estado de cosas era peor aún que entonces (la 1ª purificación).” (DTG, 540) y la gloria de Jesús fue mayor que en la primera.
“Cueva de ladrones”
Mientras los dirigentes ocupaban el templo había alboroto y transacciones fraudulentas; cuando Jesús entró al templo y sacó a los administradores, “hombres, mujeres y niños alababan a Dios.” (DTG, 542)
La presencia de Dios hizo huir a los banqueros y cuando Jesús se manifestó, se evidenciaron dos grupos.
Es cierto, la culpa es de la crisis, pero de la crisis espiritual. No ha habido previsión, ni buena administración. Tendríamos que haber aprendido de José.
Despilfarro en centenarios, hoteles, viajes innecesarios y despidos improcedentes. Cualquier cosa menos reconocer nuestros errores.
La culpa es de cualquier otra persona o cosa antes que reconocer que es nuestra. La incompetencia es mayor aún que la de los políticos ya que ellos, al menos, no dicen estar dirigidos por el Espíritu Santo.
Ni siquiera han actuado como el hijo pródigo que después de gastar todo el dinero vuelve a su padre arrepentido. ¿Qué pensaríamos si el hijo hubiera vuelto al padre a pedirle más dinero para seguir gastando? Esa es la actitud de estos dirigentes: más diezmos, más ofrendas.
Nadie dimite. En este mundo, los “paganos” tienen más sensibilidad ya que en algunas ocasiones hay dimisiones. En nuestro caso, nadie dimite. Estamos peor que el mundo. Nuestra condición en este sentido es peor aún que la del mundo.
“Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo.” (Joel 2:17) ¿Dónde están los dirigentes que agonizan por sus propios pecados y por los pecados del pueblo?
Falsos pastores que no se conforman con su sueldo, sino que gestionan, movilizan, y ejercen su influencia para colocar a sus mujeres en algún puesto con el fin de tener un segundo sueldo.
No están dormidos, están “muertos en delitos y pecados.” (Efe.2.1)
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” (Lc.23:34)
Juan Torrontegui