Una mentira, creída y practicada, llega a ser verdad para ellos.
Satanás se disfraza y combina la verdad con el error. Las mentiras más peligrosas son las que están mezcladas con la verdad.
Aunque os sintáis tentados, no engañéis ni mintáis en lo más mínimo.
Es mejor morir que pecar; es mejor padecer necesidad que defraudar; es mejor pasar hambre que mentir.
Ni siquiera la existencia debiera comprarse al precio de la mentira. Por una palabra o una inclinación de la cabeza los mártires podrían haber negado la verdad y salvado la vida. Consintiendo en arrojar un solo grano de incienso sobre el altar del ídolo, podrían haberse salvado del potro, el cadalso y la cruz. Pero se negaron a ser falsos en palabra o en acción, aunque la vida fuese el don que ello les hubiese granjeado. Daban la bienvenida a la prisión, la tortura y. la muerte, con la conciencia limpia, más bien que a la liberación a condición de engañar, mentir y apostatar.