“Aquellos que se sienten llamados a unirse al movimiento a favor de los derechos de la mujer, y a la así llamada reforma del vestido, deberían cortar toda conexión con el mensaje del tercer ángel. El espíritu que acompaña al uno no puede estar en armonía con el otro.”
"Mujeres que están dispuestas a consagrar parte de su tiempo y servicio al Señor deben ser designadas para visitar los enfermos, cuidar a los jóvenes y atender a las necesidades de los pobres. Deben ser separadas para esta obra por la oración e imposición de manos"
Si Ud. imagina que se le ha confiado una obra mayor y más piadosa que la que se le ha encomendado, se engaña a Ud. misma. Al descuidar a su esposo y a los niños para atender lo que considera deberes religiosos, ya sea asistiendo a reuniones, trabajando por otros, dando estudios bíblicos o esparciendo el mensaje, Ud. contradice abiertamente las palabras inspiradas de las instrucciones de Pablo a Tito. La religión de Cristo nunca conduce a una esposa y madre a hacer lo que Ud. está haciendo. Si busca la sabiduría del Señor para comprender sus caminos, él la dirigirá, no fuera de su casa, sino de vuelta a ella.
Ud. ofende a Dios al afirmar que está siendo dirigida por él y, no obstante, descuidar su deber para con sus hijos. . .
Pero Dios no confiará la tarea de rescatar almas a quienes abandonen su hogar, su compañero de la vida o sus hijos, pues los tales demuestran con ello infidelidad a sus sagrados votos y responsabilidades. Dios no le confiará, pues, las riquezas eternas. . .
Las inútiles quejas del ama de casa hacen desgraciado más de un hogar, cuando el ama de casa se aparta con disgusto de las sencillas tareas domésticas de una vida hogareña sin pretensiones. (…) Considera la esclavitud de su vida con repugnancia y se imagina que es una mártir.
La influencia de las madres nunca se acaba.
Cuando Dios creó a Eva, su designio era que ella no tuviera ni inferioridad ni superioridad al hombre, pero que en todas las cosas ella fuera igual…Pero después del pecado de Eva, dado que fue la primera en pecar, el Señor le dijo que Adán gobernaría sobre ella. Ella debía estar en sujeción a su marido, y que esto era parte de la maldición.
Nosotras las mujeres debemos recordar que Dios nos ha colocado en sujeción al marido. El es la cabeza y nuestro juicio, puntos de vista y razonamientos deben estar en acuerdo con él si es posible. Si no, la palabra de Dios da la preferencia al marido en asuntos que no sean de conciencia. Debemos ceder a la cabeza.
Dios ha dado la preferencia al hombre, el es la cabeza, y la mujer debe obedecer al marido…”
El marido es cabeza de la familia, como Cristo es cabeza de la iglesia; y cualquier acción que la mujer siga que debilite la influencia de su marido y lo rebaje de esa digna y responsable posición desagrada a Dios. Es tarea de la mujer ceder a sus deseos y su voluntad a su marido. Los dos debieran ceder, pero la Palabra de Dios da preferencia de juicio al marido. Y no se rebajará la dignidad de la mujer el hecho de ceder a aquel que ella a escogido como su consejero, y protector.
Lo único que él podría hacer con esa mujer aniñada, dominante e incontrolable, es llevarla de vuelta a su madre, quien la hizo lo que es. Aunque ello podría resultar doloroso, es lo único que tiene que hacer. De lo contrario, él mismo será arruinado espiritual y finalmente sacrificado al demonio de la histeria y las fantasías de origen satánico.