Ocio

La ociosidad y las riquezas endurecen el corazón.

Patriarcas y Profetas, 152

Si cada uno comprendiese que tiene que rendir cuenta ante Dios por su influencia personal, en ningún caso estaría ocioso.

C.P. Jóvenes, 186

La ociosidad es una de las mayores maldiciones, porque el vicio, el crimen y la pobreza siguen su estela.

C.P. Jóvenes, 212

El apóstol Pablo consideraba la ociosidad como un pecado.

C.P. Jóvenes, 213