El desagrado de Dios ha afectado a la iglesia debido a que en ella hay personas de corazón corrompido. Han deseado ser los primeros, cuando ni Dios ni los hermanos los han colocado allí.
Me fue mostrado el orgullo del profeso pueblo de Dios. Ha aumentado cada año, hasta que ahora es imposible distinguir a los profesos adventistas, observadores del sábado, de todo el mundo a su alrededor.
Los seres humanos caídos presuntuosamente se exaltan a si mismos tal como Satanás se exaltó personalmente en el cielo y fue echado fuera. Satanás sabe que si los seres humanos se exaltan a sí mismos se acarrearán su propia ruina, lo mismo que él.
El que se exalta a sí mismo en este mundo al hacer la obra que le ha sido encomendada, no verá el reino de los cielos jamás a menos que se obre en él un cambio de espíritu y se haga manso y humilde.
El pecado más incurable es el orgullo y la presunción, estos defectos impiden todo crecimiento.
El Espíritu…mediante su influencia…cambia…el orgullo en humildad.
Dios odia el orgullo y todos los orgullosos, y los que proceden impíamente serán como ratrojo, y el día que se acerca los quemará.
Cuando uno comienza a considerarse exaltado y piensa que puede hacer algo, el espíritu de Dios se retira.
Algunos callan en la reunión porque no tienen nada nuevo que decir, y si hablan deben repetir la misma historia. Vi que esto se basa en el orgullo, que Dios y los ángeles escuchaban los testimonios de los santos y les agradaba y glorificaba que fuesen repetidos semanalmente. El Señor ama la sencillez y la humildad, pero siente desagrado y los ángeles son contristados cuando los que profesan ser herederos de Dios coherederos con Jesús permiten que se desperdicie un tiempo precioso en sus reuniones.
Nada separará tan rápidamente al alma de Dios, y traerá derrota, como que el hombre eleve su alma a cosas vanas y hable de una manera orgullosa, jactanciosa e impositiva a sus semejantes, que son propiedad de Dios.
Que nadie engañe su propia alma en este asunto. Si albergáis orgullo, estima propia, amor a la supremacía, vanagloria, ambición impía, murmuración, descontento, amargura, maledicencia, mentira, engaño, calumnia, Cristo no está morando en vuestro corazón, y es evidente que tenéis la mente y el carácter de Satanás, no el de Cristo Jesús, que era manso y humilde de corazón.
Cuando los hombres se ensalzan a sí mismos, y se consideran necesarios para el éxito del gran plan de Dios, el Señor los hace poner a un lado.
Jesús no hacía ningún esfuerzo para llamar la atención a sí mismo.
Muchos…en el tiempo de prueba que se acerca, se convertirán en apóstatas a menos que desechen su orgullo y confianza propia, a menos que pasen por una total transformación de carácter.
Los que sean fieles a su vocación de mensajeros de Dios no buscarán honra para sí mismos. El amor al yo será absorbido por el amor a Cristo.
El orgullo y la estima propia no pueden florecer en los corazones que mantienen frescos los recuerdos de las escenas del calvario.
He visto que la exaltación propia se está popularizando entre los adventistas del séptimo día, y que a menos que el orgullo humano quede abatido y Cristo sea exaltado, nosotros, como pueblo, no estaremos en mejores condiciones para recibir a Cristo cuando venga por segunda vez, que como estaba el pueblo judío cuando vino por primera vez.
Todo judío honrado estaba convencido por su conciencia de que Jesucristo era el Hijo de Dios, pero el corazón en su orgullo y ambición no se entregaba.
El infalible indicador de que el hombre no conoce al Señor es su sentimiento de que es grande o bueno.
El gran pecado que ha estado introduciéndose en las filas de los adventistas del séptimo día es el pecado de exaltar al hombre, colocándolo en el lugar que Dios debería ocupar. Esto se manifestó en Miniápolis.
Todo ensalzamiento propio y todo orgullo son el resultado de ignorar a Dios y a Jesucristo a quien él ha enviado.
Aquellos que se exaltan a sí mismos se ponen bajo el poder de Satanás, preparándose para recibir sus engaños como si fuesen verdades.
El ministro de Dios debe poseer humildad en un grado eminente. Aquellos que tienen la experiencia más profunda de las cosas de Dios son los que más se alejan del orgullo y ensalzamiento propio.
Cuando el Espíritu de Cristo conmueve el corazón con su maravilloso poder despertador, hay un sentido de deficiencia en el alma que lleva a la contrición de la mente y a la humillación del yo, antes que a la orgullosa jactancia de lo que se ha logrado. (…) El alma que es así tocada nunca se envolverá en justicia propia o en una pretenciosa apariencia de santidad; antes odiará su egoísmo, aborrecerá su amor a sí misma y buscará, por medio de la justicia de Cristo, esa pureza de corazón que está en armonía con la ley de Dios y el carácter de Cristo...
Todo ensalzamiento propio y todo orgullo son el resultado de ignorar a Dios y a Jesucristo, a quien él ha enviado. Cuán rápidamente muere la estimación propia y es humillado hasta el polvo el orgullo cuando vemos los incomparables encantos del carácter de Cristo. La santidad de su carácter es reflejada por todos los que le sirven en espíritu y en verdad. Si nuestros labios necesitan limpieza, si nos damos cuenta de nuestra miseria y vamos a Dios con corazón contrito, el Señor quitará la suciedad, y dirá a su ángel: "Quitadle esas vestiduras viles" y vestidlo con "ropas de gala"
Cuando hicimos todo lo que pudimos, debemos contarnos como siervos inútiles. No hay lugar para el orgullo en nuestros esfuerzos, porque dependemos a cada momento de la gracia de Dios y no tenemos nada que no hayamos recibido. Dice Jesús: “Separados de mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5.
Satanás está tratando de estorbar la obra de Dios llenando los corazones de los trabajadores con un deseo de reconocimiento y supremacía.
Con la misma seguridad con que el sol brilla durante el día, el orgullo se dirige hacia la destrucción.
Si te enorgulleces de tus propias buenas obras no puedes gloriarte en Cristo.