Los que resisten en cada punto, que soportan cada prueba y vencen a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo Fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación.
Podemos recibir la luz del cielo sólo mientras estemos dispuestos a vaciarnos del yo. Podemos discernir el carácter de Dios, y aceptar a Cristo por la fe, sólo al consentir sujetar todo pensamiento a la voluntad de Cristo. A todos los que hagan esto, el Espíritu Santo les será dado sin medida.
Por la oración y la confesión de nuestros pecados, debemos preparar el camino del Rey. Mientras lo hagamos, vendrá a nosotros el poder del Espíritu. Necesitamos la energía del Pentecostés, y ella vendrá porque el Señor prometió enviar su Espíritu.
Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés.
Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo (…) Estos días de preparación fueron días de profundo escudriñamiento del corazón. (…) No pedían una bendición simplemente para sí. Estaban abrumados por la preocupación de salvar almas. Comprendían que el Evangelio había de proclamarse al mundo, y demandaban el poder que Cristo había prometido.
El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial.
El éxito de Pentecostés lo tendrán cuando pasen por la experiencia de la humildad.
La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá vida; la hoja verde no aparecerá. A menos que los primeros aguaceros hayan hecho su obra, la lluvia tardía no podrá perfeccionar ninguna semilla.
El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores juntamente con Dios. Cuando tengamos una consagración completa y sincera al servicio de Cristo, Dios reconocerá el hecho derramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la parte más grande de la iglesia no trabaja juntamente con Dios.
El Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado.
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue "la lluvia temprana", y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante.
Aquellos que hoy creen en Jesús necesitan más poder que el de Pentecostés.
Es la lluvia tardía lo que reaviva y fortalece a los hijos de Dios para pasar por el tiempo de angustia.
La lluvia tardía caerá sobre los puros—entonces todos la recibirán como en antaño. Solamente recibirán la lluvia tardía aquéllos que hagan todo lo que pueden. Cristo nos ayudará. Por la gracia de Dios por medio de la sangre de Jesús, todos podrían ser vencedores. Todo el cielo se interesa en la obra. Los ángeles se interesan.
Por un sermón en el día de Pentecostés se convirtieron más que los que se habían convertido durante todos los años del ministerio de Cristo. De esta prodigiosa manera obrará Dios cuando los hombres se entreguen al dominio del Espíritu.