Cuando se presenta una doctrina que no concuerde con nuestras opiniones, debemos de acudir a la Palabra de Dios, buscar al Señor en oración, y no permitir al enemigo que se presente con sospechas y prejuicios.
Los que permiten que el prejuicio impida que la mente reciba la verdad no pueden ser receptores de la iluminación divina.
Aquellos que no pueden imparcialmente examinar las evidencias de una posición que difiere de la de ellos, no son aptos para enseñar en ningún departamento de la causa de Dios.
Cuando la persona que sufre obtiene sanidad, y se ha demostrado un interés viviente por el alma afligida. entonces el corazón se abre y se puede derramar el bálsamo celestial sobre él.
Hombres, mujeres y jóvenes, Dios pide que poseáis coraje moral, firmeza de propósito, fortaleza y perseverancia, mentes que no se apropien de las aseveraciones de otro, sino que investiguen por ellos mismos el tema antes de aceptar o rechazar, que valoren las evidencias, y lo lleven a Dios en oración.
Podéis derribar la más grande oposición al demostrar un interés personal en aquellos con quienes os encontréis.
Cuando se presenta una doctrina que no concuerde con nuestras opiniones, debemos acudir a la Palabra de Dios, buscar al Señor en oración, y no permitir al enemigo que se presente con sospechas y prejuicios. Nunca debemos permitir que se manifieste en nosotros el espíritu que alistó a los sacerdotes y príncipes contra el Redentor del mundo.
El amor que se asemeja al de Cristo atribuye las razones más favorables a los motivos y los actos de los demás.
Debemos trabajar como médicos evangélicos misioneros para sanar a la gente enferma por el pecado al darles el mensaje de salvación. Esta obra destruirá el prejuicio mejor que ninguna otra cosa.
Cuando se os pida que escuchéis las razones de una doctrina que no entendéis, no condenéis el mensaje mientras no lo hayáis investigado prolijamente y sepáis por la Palabra de Dios que no es defendible.
Cuando se presenta una luz nueva a la iglesia, es peligroso que la rechacéis. Rehusar escuchar porque abrigáis prejuicio contra el mensaje o el mensajero no excusará vuestro caso delante de Dios
Es cosa peligrosa permitir que surja el prejuicio en vuestros corazones y que habléis en contra de aquéllos sobre los cuales reposa la responsabilidad sagrada, permitiendo así ser influenciados por un informe que ha llegado a vuestros oídos, del cual jamás pedisteis al acusado que os diera una explicación.
Nos toca ahora comenzar de nuevo. Las reformas deben emprenderse de todo corazón alma y voluntad. Los errores pueden ser muy antiguos pero los años no hacen del error verdad ni de la verdad error. Se han seguido por demasiado tiempo los viejos hábitos y costumbres... No tenemos libertad para enseñar lo que coincida con la norma del mundo o la norma de la iglesia sencillamente porque así se suele hacer. Las lecciones enseñadas por Cristo han de constituir la norma...