CONVERSIÓN, BAUTISMO Y SANTIDAD

Una vez que el hombre se ha encontrado con Dios y no ha resistido a la acción del Espíritu Santo se produce un punto de inflexión en su vida que marca un antes y un después. Es la conversión.

Sin que haya ocurrido este milagro celestial, nadie puede salvarse. “El que no naciere del Espíritu, NO puede entrar en el reino de Dios.” (Jn.3:5) Esta acción divina está descrita en el Antiguo Testamento: “Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis (…) pondré en vosotros espíritu y viviréis.” (Eze.37:5,6) “Sopla sobre estos muertos y vivirán.” (Eze.37:9) Y termina diciendo: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis.” (Eze.37:14)

Ese proceso que sólo puede llevarlo a cabo Dios es un cambio radical en todo sentido. La Biblia utiliza un lenguaje metafórico radical: La muerte y la vida.

“El que oye mi palabra, y cree (…) ha pasado de muerte a vida.” (Jn.5:24)

“Estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” (Efe.2:1)

“Estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida.” (Efe.2:5)

“Dios da la vida a los muertos.” (Rom.4:17)

“Presentaos…como vivos entre los muertos.” (Rom.6:13)

“Estando muertos en pecado (…) os dio vida.” (Col.2:13)

“Hemos pasado de muerte a vida.” (1ªJn.3:14)

Por este motivo el Padre del hijo pródigo dice: “Este mi hijo muerto era (…) era muerto, y ha revivido.” (Lc.15:24,32)

El rito del bautismo es el símbolo de ese cambio radical del estado espiritual del hombre. “Somos sepultado juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Rom.6:4)

“Sepultados con él en el bautismo fuisteis también resucitados con él.” (Col.2:12)

Y una vez que el hombre ha pasado por ese paso, deja atrás toda forma de vida pecaminosa y comienza una nueva vida. Una nueva relación con Dios se refleja en una nueva relación con el pecado. El pecado que antes era deseable ahora se aborrece:

-“Hemos muerto al pecado.” (Rom.6:2)

-“El pecado NO tendrá dominio sobre vosotros.” (Rom.6:14)

Cuando el pecado ha muerto en el hombre, Dios comienza Su obra de santificación a quien en otro tiempo vivía en delitos y pecados:

“Tenéis por vuestro fruto la santificación.” (Rom.6:22)

“La voluntad de Dios es vuestra santificación.” (1ªTes.4:3)

“Nos ha llamado Dios…a santificación.” (1ªTes.4:7)

“Andemos según sus mandamientos.” (2ªJn.6)

Ahora podemos entender mejor el Salmo 19:7 que dice: “La ley de Jehová es perfecta que convierte el alma.” La ley, que es el primero de los siete pasos y que es algo de lo que la gente rehúye, es la calve que va a colocar al hombre en la camino de la conversión.

CONVERSIÓN, BAUTISMO Y SANTIDAD

Una vez que el hombre se ha encontrado con Dios y no ha resistido a la acción del Espíritu Santo se produce un punto de inflexión en su vida que marca un antes y un después. Es la conversión.

Sin que haya ocurrido este milagro celestial, nadie puede salvarse. “El que no naciere del Espíritu, NO puede entrar en el reino de Dios.” (Jn.3:5) Esta acción divina está descrita en el Antiguo Testamento: “Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis (…) pondré en vosotros espíritu y viviréis.” (Eze.37:5,6) “Sopla sobre estos muertos y vivirán.” (Eze.37:9) Y termina diciendo: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis.” (Eze.37:14)

Ese proceso que sólo puede llevarlo a cabo Dios es un cambio radical en todo sentido. La Biblia utiliza un lenguaje metafórico radical: La muerte y la vida.

“El que oye mi palabra, y cree (…) ha pasado de muerte a vida.” (Jn.5:24)

“Estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” (Efe.2:1)

“Estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida.” (Efe.2:5)

“Dios da la vida a los muertos.” (Rom.4:17)

“Presentaos…como vivos entre los muertos.” (Rom.6:13)

“Estando muertos en pecado (…) os dio vida.” (Col.2:13)

“Hemos pasado de muerte a vida.” (1ªJn.3:14)

Por este motivo el Padre del hijo pródigo dice: “Este mi hijo muerto era (…) era muerto, y ha revivido.” (Lc.15:24,32)

El rito del bautismo es el símbolo de ese cambio radical del estado espiritual del hombre. “Somos sepultado juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Rom.6:4)

“Sepultados con él en el bautismo fuisteis también resucitados con él.” (Col.2:12)

Y una vez que el hombre ha pasado por ese paso, deja atrás toda forma de vida pecaminosa y comienza una nueva vida. Una nueva relación con Dios se refleja en una nueva relación con el pecado. El pecado que antes era deseable ahora se aborrece:

-“Hemos muerto al pecado.” (Rom.6:2)

-“El pecado NO tendrá dominio sobre vosotros.” (Rom.6:14)

Cuando el pecado ha muerto en el hombre, Dios comienza Su obra de santificación a quien en otro tiempo vivía en delitos y pecados:

“Tenéis por vuestro fruto la santificación.” (Rom.6:22)

“La voluntad de Dios es vuestra santificación.” (1ªTes.4:3)

“Nos ha llamado Dios…a santificación.” (1ªTes.4:7)

“Andemos según sus mandamientos.” (2ªJn.6)

Ahora podemos entender mejor el Salmo 19:7 que dice: “La ley de Jehová es perfecta que convierte el alma.” La ley, que es el primero de los siete pasos y que es algo de lo que la gente rehúye, es la calve que va a colocar al hombre en la camino de la conversión.

CONVERSIÓN, BAUTISMO Y SANTIDAD

Una vez que el hombre se ha encontrado con Dios y no ha resistido a la acción del Espíritu Santo se produce un punto de inflexión en su vida que marca un antes y un después. Es la conversión.

Sin que haya ocurrido este milagro celestial, nadie puede salvarse. “El que no naciere del Espíritu, NO puede entrar en el reino de Dios.” (Jn.3:5) Esta acción divina está descrita en el Antiguo Testamento: “Yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis (…) pondré en vosotros espíritu y viviréis.” (Eze.37:5,6) “Sopla sobre estos muertos y vivirán.” (Eze.37:9) Y termina diciendo: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis.” (Eze.37:14)

Ese proceso que sólo puede llevarlo a cabo Dios es un cambio radical en todo sentido. La Biblia utiliza un lenguaje metafórico radical: La muerte y la vida.

“El que oye mi palabra, y cree (…) ha pasado de muerte a vida.” (Jn.5:24)

“Estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” (Efe.2:1)

“Estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida.” (Efe.2:5)

“Dios da la vida a los muertos.” (Rom.4:17)

“Presentaos…como vivos entre los muertos.” (Rom.6:13)

“Estando muertos en pecado (…) os dio vida.” (Col.2:13)

“Hemos pasado de muerte a vida.” (1ªJn.3:14)

Por este motivo el Padre del hijo pródigo dice: “Este mi hijo muerto era (…) era muerto, y ha revivido.” (Lc.15:24,32)

El rito del bautismo es el símbolo de ese cambio radical del estado espiritual del hombre. “Somos sepultado juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Rom.6:4)

“Sepultados con él en el bautismo fuisteis también resucitados con él.” (Col.2:12)

Y una vez que el hombre ha pasado por ese paso, deja atrás toda forma de vida pecaminosa y comienza una nueva vida. Una nueva relación con Dios se refleja en una nueva relación con el pecado. El pecado que antes era deseable ahora se aborrece:

-“Hemos muerto al pecado.” (Rom.6:2)

-“El pecado NO tendrá dominio sobre vosotros.” (Rom.6:14)

Cuando el pecado ha muerto en el hombre, Dios comienza Su obra de santificación a quien en otro tiempo vivía en delitos y pecados:

“Tenéis por vuestro fruto la santificación.” (Rom.6:22)

“La voluntad de Dios es vuestra santificación.” (1ªTes.4:3)

“Nos ha llamado Dios…a santificación.” (1ªTes.4:7)

“Andemos según sus mandamientos.” (2ªJn.6)

Ahora podemos entender mejor el Salmo 19:7 que dice: “La ley de Jehová es perfecta que convierte el alma.” La ley, que es el primero de los siete pasos y que es algo de lo que la gente rehúye, es la calve que va a colocar al hombre en la camino de la conversión.

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