Y al empezar el tiempo de angustia, fuimos henchidos del Espíritu Santo, cuando salimos a proclamar más plenamente el sábado.
Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia, deben reflejar plenamente la imagen de Jesús.
Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús. Los 144,000 santos vivientes reconocieron y entendieron la voz; pero los malvados se figuraron que era fragor de truenos y de terremoto. Cuando Dios señaló el tiempo, derramó sobre nosotros el Espíritu Santo, y nuestros semblantes se iluminaron refulgentemente con la gloria de Dios, como le sucedió a Moisés al bajar del Sinaí.
El sello del Dios viviente sólo será colocado sobre los que son semejantes a Cristo en carácter.
Los que venzan el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que reciban el sello de Dios vivo. Testimonios para los
Aquellos que no sientan dolor por su propia condición espiritual, y no lloren por los pecados de otros, serán dejados sin el sello de Dios.
Los que reciban la marca pura de la verdad, desarrollada en ellos por el poder del Espíritu Santo (…), son los que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en la iglesia. Su amor por la pureza, el honor y la gloria de Dios es tal, y tienen una visión tan clara del carácter excesivamente pecaminoso del pecado, que se los representa agonizando, suspirando y llorando.
Se lamentan y afligen sus almas porque en la iglesia hay orgullo, egoísmo y engaño de casi toda clase. El Espíritu de Dios, que inspira a la reprensión, es pisoteado, mientras triunfan los siervos de Satanás. Dios queda deshonrado, la verdad anulada. Aquellos que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran por los pecados ajenos quedarán sin el sello de Dios.
Aún entre los que enseñan la verdad a otros hay muchos que no recibirán el sello de dios en sus frentes.
Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar los defectos de carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros.
Los que se unen con el mundo (…) se preparan para la marca de la bestia. Los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad. Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será nunca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.
Precisamente antes de que entremos en él (tiempo de angustia) todos recibiremos el sello del Dios viviente.
“¿Qué es el sello del Dios viviente que se coloca en las frentes de los suyos? Es una marca que pueden leer los ángeles, pero no los ojos humanos, pues el ángel destructor debe ver esa marca de redención. La mente inteligente ha visto la señal de la cruz del Calvario en los hijos y las hijas que el Señor ha adoptado. Queda eliminado el pecado de la transgresión de la ley de Dios. Tienen puestos los vestidos de bodas, y son obedientes y fieles a todos los mandatos de Dios.”
El ángel habrá de poner una marca sobre la frente de todos los que se hayan separado del pecado y de los pecadores.
A causa de que el pueblo es desobediente, desagradecido, y no santificado, como lo fuera el antiguo Israel, el tiempo ha sido prolongado para que todos puedan oír el último mensaje de misericordia proclamado en alta voz. La obra del Señor ha sido estorbada, el tiempo del sellamiento ha sido demorado.
Tan pronto como el pueblo de Dios esté sellado y preparado para el zarandeo, este vendrá.