En el corazón santificado no habrá cabida para el atavío exterior, sino una búsqueda ferviente y ansiosa del adorno interior.
Satanás adapta sus tentaciones a todas las clases.
Satanás estudia todos los indicios de la fragilidad humana, nota los pecados que cada hombre está inclinado a cometer, y cuida luego de que no falten ocasiones para que las tendencias hacia el mal sean satisfechas. Tienta a los hombres para que se excedan en cosas que son legítimas en sí mismas, a fin de que la intemperancia debilite sus fuerzas físicas y sus energías mentales y morales.
No ha habido un instrumento más exitoso que Satanás haya utilizado para tentar al género humano como el apetito.
El que cedió una vez a la tentación cederá con más felicidad la segunda vez. Toda repetición del pecado disminuye la fuerza para resistir, ciega los ojos y ahoga la convicción.
Hay una diferencia entre ser tentado y meterse en tentación.
El que busca su placer entre los que no temen a Dios se coloca en el terreno de Satanás, y provoca sus tentaciones.
El acto de tentar es de Satanás, pero el de ceder es vuestro. Toda la hueste de Satanás no tiene poder para forzar al tentado a ceder. No hay excusa para el pecado.
Ni aún las mayores tentaciones pueden excusar el pecado. Por intensa que sea la presión ejercida sobre el alma, la trasgresión es siempre un acto nuestro.
Cuando el alma no hace una entrega completa a Dios, no abandona el pecado, los apetitos y pasiones todavía luchan por el dominio, y las tentaciones confunden la conciencia.
Satanás puede tentaros; pero de vosotros depende si vais a ceder o no. Toda la hueste de Satanás carece de poder para obligar al tentado a desobedecer. No hay excusa para el pecado.
Satanás es culpable de tentaros, pero vosotros sois culpables de ceder a la tentación. Satanás no tiene el poder de forzar a los tentados para que se vuelvan transgresores. No hay excusa para el pecado.
Nuestro Salvador no fue inducido a ceder al poder de la tentación ni siquiera en pensamiento. (…) Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de permanecer firmes en el tiempo de angustia.
El Hijo de Dios se colocó en lugar del pecador, y caminó por el mismo terreno en donde Adán pecó; y soportó la tentación en el desierto, que era cien veces más fuerte de lo que alguna vez tendría que soportar la raza humana.
Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación, no comía. Se entregaba a Dios, y gracias a su ferviente oración y perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Consejos Régimen
Durante su vida terrenal, Jesús hacía frente a la tentación con un canto.
Mediante el plan de redención, Dios ha provisto medios para vencer cada rasgo pecaminoso y resistir cada tentación, no importa cuan poderosa sea.
Cada tentación (…) puede ser resistida con éxito.
Si tan solo quisierais velar, velar continuamente en oración, y si tan solo hicierais todo como si estuvieseis en la presencia inmediata de Dios, seréis salvados de caer en tentación, y podréis esperar llevar hasta el fin una vida pura sin mancha ni contaminación.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino se combine con su capacidad.
El verdadero hijo de Dios tiene principios profundamente enraizados que no podrán ser movidos por la tentación, porque Cristo habita en él por la fe.
El Señor me ha mostrado que basta su gracia para resistir todas las pruebas, y aunque estas sean más duras que nunca, si tenemos absoluta confianza en Dios, podremos vencer todas las tentaciones y por su gracia salir victoriosos.
Jesús murió para abrirnos una vía de escape y para que pudiéramos vencer cada falta, resistir cada tentación y finalmente sentarnos con él en su trono.
La oración, ya se eleve en público, ya se ofrezca sobre el altar de la familia o en secreto, coloca al hombre directamente en presencia de Dios. Mediante la oración constante los jóvenes pueden adquirir principios tan firmes que ni siquiera las tentaciones más arrolladoras los aparten de su fidelidad hacia Dios.
El cristiano sentirá la incitación al pecado, pues la carne desea vivamente la sensualidad, oponiéndose al Espíritu; pero el Espíritu lucha contra la carne, manteniendo una continua batalla. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo. La debilidad humana se une a la fuerza divina, y la fe exclama: “Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”
Cuando tengas la primera sugestión para hacer el mal, eleva una oración al cielo, y resiste firmemente la tentación para mantener los principios presentados en la Palabra de Dios. La primera vez que aparezca la tentación, enfréntala de manera tan decidida que nunca se repetirá.
Mientras oramos “No nos metas en tentación,” debemos evitar la tentación en todo momento.
El escudo de la gracia puede preservar a todos sin que sean vencidos por las tentaciones del enemigo, aunque estén rodeados por las influencias más corruptoras. Mediante firmes principios y una confianza inmutable en Dios pueden hacer brillar su virtud y nobleza de carácter y, aunque estén rodeados por el mal, ninguna mancha debe quedar necesariamente sobre su virtud e integridad. Y si, como en el caso de José, sufren calumnia y falsas acusaciones, la Providencia encauzará para el bien todos los artificios del enemigo, y a su debido tiempo Dios los exaltará tanto más siendo que por un tiempo estuvieron rebajados por una impía venganza.
"Cada alma que se empeña en proclamar al mundo el mensaje de amonestación será tentada intensamente a seguir una conducta que niegue su fe."
Los que están verdaderamente santificados, vencerán todo deseo pernicioso. (…) Entonces serán la luz del mundo.
El tiempo de prueba llegará para todos. Por medio de la criba de la tentación se reconocerá a los verdaderos cristianos.
Las tentaciones de Satanás son ahora mayores que nunca pues sabe que le queda poco tiempo y que en seguida cada caso será decidido para vida o para muerte.
El poder que Satanás emplea para tentar y engañar durante el tiempo del fin es diez veces mayor que en los días de los apóstoles.
Satanás obra con los hombres con más cuidado que con Cristo en el desierto de la tentación, porque sabe que allí perdió la batalla.
Sin Cristo no podemos subyugar un solo pecado ni vencer la menor tentación.
Emplee cada momento que le quede libre en hacer algo. De esa manera se cerrará una puerta a miles de tentaciones.
Por la fe en Cristo podéis obtener fuerza para resistir toda tentación de Satanás.
Hincando las rodillas, el cristiano obtiene fuerza para resistir la tentación.
Una única vez que se ceda a la tentación puede llevar toda vuestra vida al traste.
(En el tiempo del fin) Habrá un pueblo cuyos miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrá resistir toda tentación.
Nos enfrentamos con fuertes tentaciones para seguir a la multitud, la cual se apresura hacia abajo; porque de esta manera podemos evitar ser diferentes. Pero debemos aferrarnos a Cristo, y seguir escalando. Si miramos hacia atrás, nos desvaneceremos; si nos soltamos, pereceremos.
Las tentaciones vendrán de la forma más inesperada para probarnos; para determinar si nuestra fe, motivos o principios son reales.
Moisés consideró esta experiencia como de mucho más valor que toda la sabiduría de Egipto, o que todas sus proezas como estadista o jefe militar. No hay poder terrenal, ni habilidad ni ilustración que pueda sustituir la presencia permanente de Dios.
Si tan sólo queréis velar, velar continuamente en oración, y tan sólo hacéis todo como si estuvieseis en la presencia inmediata de Dios, seréis salvados de caer en la tentación, y podréis esperar llevar hasta el fin una vida pura sin mancha ni contaminación.
“A veces Satanás me tienta, para quejarme y pensar que mi labor es muy dura, pero no quiero aceptar esta tentación. No me gustaría vivir a no ser que pueda hacer algo bueno por otros.”
“La tentación vendrá a cada alma, y si aceptas una tentación, otras más fuertes seguirán, y otros serán influidos por tu ejemplo.”
Vi que Satanás ordenaba a sus ángeles que dispusieran sus asechanzas especialmente para los que están esperando la segunda aparición de Cristo y guardando todos los mandamientos de Dios. Dijo Satanás a sus ángeles que las iglesias estaban durmiendo. Él iba a aumentar su propio poder y sus prodigios mentirosos, a fin de retenerlas. "Pero -dijo -odiamos a la secta de los observadores del sábado; están trabajando de continuo contra nosotros, y quitándonos súbditos, para que observen la odiada ley de Dios. Id, emborrachad de cuidados a los poseedores de tierras y dinero. Si lográis que pongan sus afectos en estas cosas, serán nuestros todavía. Pueden profesar lo que quieran, con tal que consigáis que se interesen más en el dinero que en el éxito del reino de Cristo o la difusión de las verdades que aborrecemos. Presentadles el mundo de la manera más atrayente, para que lo amen y lo idolatren. Debemos conservar en nuestras filas todos los recursos cuyo control podamos, obtener. Cuanto más sean los recursos que los seguidores de Cristo dediquen a su servicio, tanto más perjudicarán a nuestro reino quitándonos súbditos.
Satanás (…) está constantemente implantando sugestiones en la mente de los hijos de Dios. Conduce a algunos de una manera y a otros de otra, valiéndose siempre de los malos rasgos que hay en el carácter de los hermanos y las hermanas, y excitando sus tendencias naturales al mal.