Mientras tratáis de presentaros lo más semejante al mundo, y tan hermosamente como podáis; recordad que el mismo cuerpo puede en pocos días ser alimento de los gusanos. Y mientras lo adornáis a vuestro gusto, para agradar a los ojos, estáis muriendo espiritualmente.
Vi que la apariencia exterior es un índice de lo que hay en el corazón. Cuando el exterior se llena de cintas, collares y cosas innecesarias, muestra claramente que el amor a todo eso está en el corazón; a menos que tales personas sean limpiadas de su corrupción nunca podrán ver a Dios, porque únicamente los puros de corazón lo verán. Vi que era necesario aplicar el hacha a la raíz del tronco. No debiera tolerarse ese orgullo en la iglesia. Estas cosas son las que separan a Dios de su pueblo, que cierran el arca contra ellos.
Tan pronto como alguien sienta el deseo de imitar las modas del mundo, sin que se lo reprima inmediatamente, Dios deja de reconocerlo como hijo suyo. Son los hijos del mundo y de las tinieblas.
Jesús nota el cuidado y la devoción que muchos dedican al vestido, y nos aconseja y hasta nos ordena que no pensemos demasiado en el.
Los que se aferran a los adornos prohibidos en la palabra de Dios, conservan orgullo y vanidad en su corazón. Desean atraer la atención. Su vestido dice: "miradme, miradme." (...) Cuando la mente piensa solo en agradar a Dios, desaparecen todos los embellecimientos inútiles de la persona.
La obediencia a las modas esta invadiendo nuestras iglesias adventistas, y esta haciendo mas que cualquier otro poder para separar de dios a nuestro pueblo. (...) El yo, y únicamente el yo, es el objeto de la adoración, y un cristiano profeso de esta índole apartara a muchos de Dios.
Algunos tratan la reforma en la vestimenta con gran indiferencia y otros con desprecio, porque hay una cruz relacionada con esto. Yo agradezco a Dios por esta cruz. Es justamente lo que necesitamos para distinguir y separar del mundo al pueblo de Dios que observa los mandamientos. La reforma de la vestimenta armoniza con nosotros, así como lo hacía la cinta azul con el antiguo Israel.
Si se reforma el corazón, ello se notará en la apariencia exterior.
La idolatría de la vestimenta es una enfermedad moral.
Muchos necesitan instrucción en cuanto a cómo deben presentarse en la asamblea para adorar en sábado. No han de entrar en la presencia de Dios con las ropas que llevan comúnmente durante la semana.
La indumentaria vistosa o costosa no es propia de los que creen que vivimos en los últimos días de gracia.
El orgullo y la extravagancia en el vestir es un pecado al que tiene especial tendencia la mujer.
Si cambia el corazón carnal (…) todo amor al vestido y a las apariencias habrá desaparecido. (…) En el corazón santificado no habrá cabida para el atavío exterior, sino una búsqueda ferviente y ansiosa interior: las gracias cristianas y los frutos del Espíritu de Dios.
Ha penetrado el orgullo entre los observadores del sábado-el orgullo de la vestimenta y las apariencias.